Santiago Negro echa el cierre


He tenido el privilegio de participar en la mesa que ha cerrado Santiago Negro. Con la presentación de Lorenzo Silva, hemos estado la escritora Rosa Ribas, el propietario de la librería Negra y Criminal, Paco Camarasa, y yo. En esta última sesión, que ha registrado un lleno en el Centro Cultural de España, hemos hecho una radiografía del estado actual del género en España, del futuro de la literatura policiaca, de la búsqueda de opciones para acortar las distancias literarias entre las dos orillas del Atlántico, y hasta nos hemos permitido hacer unas cuantas recomendaciones de autores españoles.
Para mí ha sido un verdadero privilegio, no solo compartir esta última sesión, sino haber podido estar toda la semana disfrutando del placer de conversar con mis tres compañeros de la mesa de hoy y con otros autores, como Elmer Mendoza, Claudia Piñeiro, Ángel de la Calle, Juan Saturain… Ha sido verdaderamente enriquecedor escuchar sus puntos de vista sobre ficción y realidad criminal. Por eso, no me queda más que dar las gracias al Centro Cultural y a su equipo, que me han hecho pasar un gran Santiago Negro.

Un plumilla entre maderos


Investigación periodística y creación literaria, entre la realidad y la ficción. Ese es el título de la mesa en la que he participado hoy en Santiago Negro, junto a los autores chilenos Martín Pérez y Juan Ignacio Coll, que ha hecho las veces de presentador del acto, al que han asistido una treintena de alumnos de la escuela de la Policía de Investigaciones (PDI) chilena.
Y ha sido verdaderamente enriquecedor, especialmente en el turno de preguntas, contar con tantos asistentes que están a punto de convertirse en inspectores de policía. Han escuchado atentamente mi descripción de la relación de confianza que debe existir entre plumillas y maderos, una relación muchas veces complicada y difícil, aunque desde la PDI se están haciendo enormes esfuerzos por colaborar con la prensa del país. Para completar mis palabras, he proyectado imágenes de distintos reportajes hechos por mí y por Luis Rendueles en Interviú en los últimos años sobre secuestros, abusos de menores, crímenes por encargo…
Los limites éticos del periodismo de sucesos, la delgada línea que muchas veces separa la realidad y la ficción, la responsabilidad del periodista frente al público y frente a los tribunales, la irresistible atracción del lector y del espectador por el morbo… Durante casi 90 minutos hemos conversado en lo que para mí ha sido uno de los ratos más enriquecedores de todos los que he pasado en este Santiago Negro, que mañana echa el cierre.

Bevilacqua y Wikipedia


Lorenzo Silva y el escritor chileno Roberto Ampuero han sido los protagonistas del plato fuerte de hoy en Santiago Negro. A hora y media del inicio de todo un Chile-Argentina clasificatorio para el Mundial, el Centro Cultural de España se ha llenado para escuchar a los creadores del guardia civil Bevilacqua y el detective Cayetano Brulé. Y sobre esos personajes, su génesis y su crecimiento, ha tratado gran parte del acto. Lorenzo Silva ha contado que sus personajes nacieron en 1994, después de que él pensase en una historia: el crimen de una turista en una pequeña cala de Mallorca –el arranque de El Alquimista impaciente–. Esa primera novela protagonizada por Bevilacqua y Chamorro fue, según su autor, «un entremetimiento de verano» y el nacimiento de una pareja que «me ha permitido contar lo que ocurre en la sociedad española». Claro que no todo iban a ser parabienes hacia su creación y Silva se ha quejado, con cierta sorna, de que la entrada de Bevilacqua en Wikipedia es mucho más extensa que la de él mismo.
Roberto Ampuero –uno de los autores de mayor éxito en Chile– también ha hablado de la creación de su personaje e incluso de la persona que lo inspiró –un periodista venezolano al que conoció en Bonn– y ha reconocido que, en muchas ocasiones, Cayetano Brulé  «adquiere vida propia»  y pierde el control sobre él. El autor chileno ha rendido reconocimiento a Manuel Vázquez Montalbán y su Pepe Carvalho, «que nos convencieron de que era posible construir un personaje local», mientras que su colega español ha confesado que cuando era solo un lector se sintió «impactado por la mirada de los personajes y la fuerza de la literatura de Raymond Chandler«.  Gran encuentro el de hoy, que ha sido la demostración palpable de cómo los personajes superan a sus autores. En Wikipedia, también.

Santiago huele a humo y a buenos libros


Esta mañana he debutado en Santiago Negro. He estado en la Biblioteca de Santiago junto a dos autores chilenos, Cristian Gómez y Cristian Cottet, y mi colega de El Mercurio Pedro Pablo Guerrero. El título de la mesa era Tras las pistas del género negro: cómo leer novela policial. La realidad del género en España y en Chile, la influencia de las dictaduras en los escritores de libros policiacos en uno y otro país y las dificultades de distribución de autores extranjeros en Chile han centrado una charla muy enriquecedora, que ha contado con la participación, desde el graderío del público, de Paco Camarasa, el propietario de la librería barcelonesa Negra y Criminal, una verdadera enciclopedia en la materia.
Antes de llegar a la Biblioteca y después, hemos tenido la oportunidad de ver los enfrentamientos que desde hace unas semanas mantienen los Carabineros con estudiantes que se manifiestan cada jueves por las calles de Santiago. Botes de humo y pelotas de goma de los agentes contra las piedras de los manifestantes. Refriegas más o menos aparatosas, cristales rotos, semáforos arrancados y un intenso olor a humo que se mete en la garganta allá por donde vayas. Impresiona y sorprende ver a los Carabineros con el mismo uniforme que lucían en las sombrías imágenes del golpe de 1973.
Por la tarde, he asistido a una peculiar mesa en el Centro Cultural Español, que ha reunido a Lorenzo Silva, al autor chileno Gregory Cohen y al detective de la Policía de Investigaciones (PDI) Alfredo Espinoza. La mesa versaba sobre el cine y la televisión de contenido policial. The Wire, Breaking Bad, las adaptaciones de las novelas de Chandler han sido revisadas por los ponentes. Silva, devoto de David Simon y Ed Burns –como el autor de este blog– ha afirmado que The Wire es «el gran fresco de la realidad actual norteamericana de este siglo».
Alfredo Espinoza ha hecho hincapié en el compromiso de la PDI con los derechos humanos y con la democracia y ha puesto de manifiesto el empeño de la policía chilena por normalizarse ante una sociedad que, tras 48 horas aquí, he comprobado que sigue absolutamente politizada y marcada por los terribles años de la dictadura de Pinochet y por la más que discutible forma de llevar a cabo la transición a la democracia.
La jornada ha finalizado con una mesa compuesta por guionistas y dibujantes de cómic, en la que el español Ángel de la Calle ha puesto especial énfasis en hablar del cómic como género original y como una vía más de expresión artística, equiparable a la literatura.

Arranca Santiago Negro

Tengo el honor de estar entre los participantes de la segunda edición del Festival Iberoamericano de Novela Policiaca Santiago Negro. Esta misma tarde he estado en la inauguración del certamen, organizado por el Centro Cultural de España en Santiago, y que no sería posible sin la dedicación y el entusiasmo de sus trabajadores y de los dos comisarios: el español Lorenzo Silva y el chileno Ramón Díaz Eterociv. Ellos dos, junto a la escritora argentina Claudia Piñeiro han formado la primera mesa –moderada por la periodista chilena Vivian Lavín– de este encuentro de escritores, periodistas, lectores y libreros del género policiaco.

En esta primera mesa, los tres autores han hablado de las peculiaridades de la novela negra  en cada uno de sus países –Claudia Piñeiro ha contado que en Argentina no puede haber protagonistas policías, porque no son de fiar para la mayor parte de la sociedad–, del perfil de los lectores del género –«es un lector más activo, el escritor piensa más en él que en otros géneros», según Díaz Eterovic–, de la escasez de mujeres entre las escritoras –un fenómeno exclusivamente latinoamericano, como ha recordado Lorenzo Silva– y hasta de las incorrecciones políticas en las que los autores de novelas policiacas no tienen más remedio que caer. porque tal y como ha dicho Silva, «la novela negra tiene el desafío de decir la verdad aunque sea incorrecta».

Ha sido la primera mesa de un certamen que se prolongará hasta el domingo y en el que hay varios invitados españoles de mucho más lustre que yo: la escritora Rosa Ribas, el propietario de la librería Negra y Criminal, Paco Camarasa –con los que tendré el honor de compartir mesa de debate–, el dibujante y guionista de cómic Ángel de la Calle… Ellos, junto a un buen número de autores chilenos y de otras partes de América forman un cartel para los amantes de un género que, como ha dicho hoy el padre de Chamorro y Bevilaqua, «no solo enfrenta al lector a un desafío narrativo, sino que mete la cuchara en lo más profundo de la realidad».