ETA hace lo único que puede hacer


Vaya por delante mi alegría por el comunicado enviado hoy por la banda terrorista a la BBC. Según ha dicho la encapuchada que ha hecho las veces de portavoz, ETA ha decidido dejar de matar. ¿Hasta cuándo? Ah, eso ya es otra cosa, pero en cualquier caso, es una buena noticia para todos.
No soy un analista político y, por tanto, soy incapaz de dar interpretaciones en esa clave. Pero sí conozco la lucha policial contra el terrorismo de ETA. Muchos mandos de Interior saben hace tiempo que la banda está muerta tal y como la hemos entendido hasta ahora: sin dinero, sin armas, sin militantes competentes, completamente rota y dividida en el frente carcelario… La prudencia es la principal característica de todos ellos, desde el ministro Pérez Rubalcaba hasta el último policía o guardia civil dedicado a luchar contra ETA. Por eso no oímos declaraciones tan explícitas, pero lo cierto es que ETA se ha acabado. Ni siquiera cuentan con la infraestructura necesaria para recaudar el impuesto revolucionario y a lo que se dedican los aprendices de pistoleros es a la extorsión pura y dura de pequeños establecimientos.
Y el final de ETA ha llegado por la única vía posible: la policial. Debemos estar agradecidos a gobiernos de uno y otro color, que han hecho de la lucha antiterrorista la principal de sus prioridades. Con errores, con fracasos y con muchos muertos en el camino, pero el objetivo parece a punto de cumplirse. La acción policial en Francia y en España y la combinación de ese brillante trabajo de información e inteligencia con una política penitenciaria ejemplar han debilitado a ETA hasta acabar con ella. Sus militantes más carismáticos han abandonado o han sido expulsados de la banda y ya no existe el bloque granítico que hace quince años eran los presos de ETA.
Ayer ya contaban los periódicos que los dirigentes de la izquierda abertzale le habían pedido a la banda que decretase un alto el fuego. Tan débil debe estar ETA que ahora manda Batasuna sobre ella. Una significativa novedad que no hay que pasar por alto. Como tampoco hay que olvidar que en cualquier momento, un borroka puede convertirse en criminal y seguir causando dolor. El antecedente del IRA está ahí para que no olvidemos lo sangriento que puede llegar a ser el final del camino.
Decía al principio que no soy un analista político, pero no soy ciego. Este nuevo alto el fuego llega cuando el País Vasco está gobernado por primera vez por dirigentes no nacionalistas; cuando la Ertzantza se está dejando la piel contra ETA; cuando ya no llegan subvenciones oficiales a los familiares de los presos etarras; cuando en la ETB ya no tiene cabida la tibieza contra los terroristas; cuando ya no quedan calles ni plazas en las principales ciudades del País Vasco decoradas con fotos de criminales; cuando esa parte de España ha tenido el mejor verano de su historia en relación con el turismo…
Estoy completamente de acuerdo con lo que ha dicho el consejero de Interior, Rodolfo Ares: el paso de hoy es insuficiente. Que digan dónde y cuándo entregan las armas para siempre.

Interviú habló del refugio etarra de Venezuela en noviembre de 2007


«Los servicios antidroga españoles no están nada contentos con Chávez. Pero tampoco los grupos antiterroristas. Por un lado, organizaciones integristas islámicas violentas, como Hamás y Hezbollah, ya tienen oficina y simpatizantes en Venezuela (ver recuadro). Por otro, más estrictamente español, el asunto de los etarras que viven en Venezuela, muchos desde los años 80. “Lo que ha cambiado con Chávez es que los etarras antes eran empresarios privados que financiaban desde allá; ahora muchos están integrados en la estructura del régimen, y se han unido con otros procedentes de México desde que el Gobierno de allí empezó a colaborar con nosotros. Algunos cobran de gobiernos y municipios controlados por los chavistas, incluso. Y todos tienen ya pasaporte venezolano”, asegura un agente antiterrorista.
La cabeza visible de los etarras en Venezuela es Arturo Cubillas, acusado de tres asesinatos entre 1984 y 1985, cuando formaba parte del comando Oker. Cubillas se refugió allí en 1989 y abrió un restaurante al que llamó como su grupo asesino, en el que compartía pistolas con Idoia López Riaño, la Tigresa. En Venezuela, Cubillas se casó con Goizeder Odriozola, hija de exiliados vascos. En 2005, el Gobierno de Chávez lo nombró director de Bienes y Servicios del Ministerio de Agricultura. Su esposa pasó del mismo ministerio a convertirse en directora general del Despacho de la Presidencia, una especie de gabinete de Chávez. Atrás quedaban las extradiciones en 2002 de Sebastián Etxaniz –condenado por tres asesinatos– y Juan Víctor Galarza. El Gobierno de Chávez rectificó pronto y ofreció pagar 325.000 euros de indemnización, aunque luego anunció que no lo haría.
En Venezuela viven cómodamente, según informes antiterroristas españoles, Miguel Ángel Aldana, alias Askatu –acusado de dos asesinatos–, María Arana Altuna, Carmen Albizu Etxabe… Hasta unos cuarenta etarras. Algunos, los más afortunados, trabajan ya para ayuntamientos chavistas».

Este texto forma parte de un reportaje escrito por Luis Rendueles y por mí en Interviú y publicado el 19 de noviembre de 2007. En él, detallábamos varias de las conexiones del régimen de Chávez con narcotraficantes y terroristas. Podéis comprobar cómo hablábamos de Cubillas y de las relaciones de los etarras con los círculos bolivarianos. Casi tres años después, el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco ha puesto en negro sobre blanco y con membrete de la Administración de Justicia las relaciones de etarras con narcoterroristas de las FARC y la cobertura que da a ambos grupos el caudillo bolivariano.
Recuerdo que la publicación de este reportaje coincidió con una visita a Venezuela de una delegación policial española de alto nivel para hablar de narcotráfico. España pretendía asumir en Venezuela lo que la DEA –expulsada de allí– hace en el resto del Cono Sur. Los comisarios españoles desplazados al país sudamericano tuvieron que aguantar cómo sus colegas les mostraban el texto de Interviú pidiéndoles explicaciones. No hubo mala intención. La fecha de publicación estuvo mal escogida, pero el reportaje, como vemos hoy, era certero. Hoy mismo, en El País, José María Irujo publica una muy buena historia sobre el balneario que los etarras tienen en Venezuela.

¿Informaciones que parten de la Audiencia Nacional?


«Confirmo que el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, ha hecho la oportuna gestión ante Venezuela para que dé una explicación ante estas informaciones que parten de la Audiencia Nacional». Esto es lo que ha dicho nuestro presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, cuando se le ha preguntado por el auto del juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco en el que se acusa al régimen de Hugo Chávez de amparar a terroristas de ETA y de las FARC.
Lo que ha hecho el presidente del Gobierno es un enorme ejercicio de cinismo. Lo que ha hecho el juez Eloy Velasco es poner en negro sobre blanco, con membrete de la Administración de Justicia, lo que los servicios de información llevaban diciendo muchos años. En este blog, en Interviú, en Caracol Radio… En todos sitios donde escribo o participo he hablado de las conexiones de ETA con el régimen venezolano. Y si lo sé yo, imaginad lo que sabe un Gobierno, que cuenta con los servicios de información interior y exterior a su alcance.
Espero que, de un momento, a otro, el presidente Zapatero se lleve las manos a la cabeza y también ordene a su ministro de Asuntos Exteriores que pida explicaciones por las «informaciones que parten de la policía» y que acusan a Venezuela de estar convirtiéndose en un narcoestado, principal exportador de la cocaína que llega a España. Porque eso es tan verdad como que Chávez protege a etarras en su territorio.

El distinto destino de dos criminales


La semana acaba con mangíficas noticias. Tal y como empezó. Hace unos días, me encantó ver la imagen de ese gordo vociferante esposado que, dicen, es el número uno de ETA. Yo también, como Juan Carlos Rodríguez Ibarra, me concedí un minuto de alegría por la detención de López Peña y sus secuaces. Por cierto, algunos de ellos han ostentado cargos públicos –alcalde y concejal en Andoain–… Esperemos que nunca más, en aras de un diálogo o de una tregua, se permita a ese tipo de gentuza ocupar puestos de representantes del pueblo. Porque, está claro, los han empleado para facilitar el trabajo de los criminales. Mayte Pagazaurtundua lo tiene claro y no podía contener su alegría cuando se enteró de la detención de José Antonio Barandiaran, el que era primer edil cuando ETA mató a su hermano.

Decía que la semana acababa bien. Porque la muerte de Tirofijo, el máximo responsable de las FARC, es una excelente noticia para todos aquellos que creemos que Colombia, un país maravilloso y con un potencial gigantesco, no despegará definitivamente hasta que se extermine de la faz del país a esa pandilla de narcotraficantes disfrazados de guerrilla revolucionaria. Sea por un infarto o sea por una acción del ejército colombiano, la noticia es estupenda, sobre todo porque llega tras la muerte de varios altos mandos de las FARC y el abandono de muchos otros desde las cárceles y desde la selva.
Los dos jefes terroristas han tenido destinos distintos. El etarra envejecerá entre rejas y el colombiano ha muerto tras pasar tres décadas en una peculiar clandestinidad que le permitió entrevistarse con preseidentes del gobierno y hasta gestionar las tierras que los débiles ejecutivos colombianos cedían a las FARC para desmilitarizarse y que en realidad empleaban para ampliar su negocio de terror y coca. No es una casualidad que Tirofijo haya muerto cuando al frente de su país está Álvaro Uribe, el presidente que acabará con las FARC. Seguro.

Siempre la Guardia Civil


Esta mañana me he despertado con la noticia. Como tantas otras mañanas. A mí, personalmente, se me han agotado las palabras para hablar de los atentados de ETA y de todo lo que rodea a esa situación en la que unos matan, otros mueren, unos están amenazados, otros amenazan y que unos cuantos políticos –de los que no tienen que llevar escolta– llaman «el conflicto vasco».
Juan Manuel Piñuel Villalón, el guardia civil que esta madrugada ha asesinado ETA, tenía 40 años, la misma edad que yo. Tenía un hijo y una mujer. Y un montón de compañeros (son cerca de 70.000) que están hartos. Hartos de palabrería, de los políticos que los utilizan a su antojo, de jugarse la vida a diario y de engordar permanentemente la negra lista de las víctimas de ETA. Pero, pese a estar hartos, cada mañana se levantan y cumplen con su deber: trabajar para que nosotros seamos un poco más libres y estemos un poco más seguros. Que a nadie se le olvide.

Mondragón, territorio comanche; terriotrio de los chivatos de ETA


Isaías Carrasco, de 43 años, cobrador de un peaje de autopista, ha sido la última víctima de ETA. Los terroristas le han disparado por la espalda cuando salía de casa con su mujer y su hija. Era un blanco muy fácil; el ex concejal socialista había renunciado voluntariamente a su escolta. Bastaba esperar a que saliese de casa y matarle. Así de sencillo. Y si el blanco vive en Mondragón, aún más fácil. Allí gobierna ANV, gracias al apoyo, por cierto, de Izquierda Unida. Y Mondragón es un territorio plagado de chivatos de ETA, de esa gentuza que avisa cuando un concejal se queda sin escolta o de dónde están las viviendas de los policías o los guardias civiles que viven allí. Isaías ha sido víctima de los matarifes de ETA y de sus chivatos. Y esos no suelen acabar entre rejas.

Las nuevas caras de ETA


La Guardia Civil ha difundido las fotografías de cinco terroristas de ETA. Se trata de Aitzol Iriondo, Jurden Martitegi, Agurne Salterain, Oroitz Aldekoa y Eider Uruburu Zabaleta. Al parecer, el primero de ellos es el terrorista que logró huir tras el asesinato de los dos guardias civiles en Capbreton (Francia) y el resto son activistas que en estos momentos podrían estar en España preparando alguna acción para llevar a cabo su particular campaña electoral. El historial de todos ellos es casi calcado: se iniciaron en la kale borroka y de ahí pasaron directamente a empuñar las pistolas y las bombas. Un pobre curriculum para estos gudaris del siglo XXI.
España no tiene tradición de wanted, pero a veces, la difusión de buscados ha tenido efecto. Recuerdo la rapidez con la que cayó el comando que puso la bomba en Hipercor gracias a la difusión de las fotos de los asesinos. Así que, por favor, fijaos bien en estos rostros. Tengo ganas de llegar a una comisaría, una brigada o una comandancia de la Guardia Civil y ver sus caras tapadas en los carteles por unas rejas pintadas con un rotulador o un bolígrafo. Es la pobre venganza que les queda a policías y guardias civiles cuando alguno de estos asesinos es detenido.

Los etarras ‘becados’ en Venezuela se hacen notar


«Si bien es cierto que hay etarras en ese país desde los años ochenta, antes de la llegada de Chávez al poder, eran empresarios privados y ahora algunos están integrados en la administración venezolano. Alguno de ellos, incluso, como Arturo Cubillas, acusado de tres asesinatos en España, ha llegado a director de Bienes y Servicios del Ministerio de Agricultura. Su esposa, Goizeder Odriozola, es directora general del Despacho de la Presidencia, un órgano muy cercano a Chávez. Otros cuarenta activistas de ETA viven cómodamente bajo el manto protector del gobierno de Chávez, que incluso les da trabajo para aleccionar a los Círculos Bolivarianos, la guardia pretoriana del presidente, encargada de reventar las manifestaciones contra el todopoderoso caudillo».
El texto lo escribí en este mismo blog el pasado mes de noviembre, después de publicar un reportaje en Interviú sobre la protección que el gobierno de Hugo Chávez dispensa a narcotraficantes y a etarras. Hoy leo en El País que un grupo proetarra ha lanzado gases lacrimógenos y ha realizado pintadas a favor de la banda terrorista en la sede de la embajada española en Caracas. En las pintadas, hacen referencia a la libertad de los pueblos palestino, mapuche y vasco. Todo cabe cuando se trata de alborotar. Hasta mezclar a vascos con palestinos.

Han muerto dos héroes


La noticia era esperada. Casi segura. Fernando Trapero ha muerto. Como su compañero Raúl Centeno. Eran dos héroes. Dieron su vida por nuestra libertad y nuestra seguridad. Como la han dado tantos otros servidores del Estado, asesinados a veces o con la vida destruida en otras ocasiones. He tenido estos días la oportunidad de habar con veteranos de la lucha antiterrorista, tipos que quemaron su juventud haciendo trabajos similares a los que hacían Fernando y Raúl. Estaban tristes. Tristes por la muerte de los dos agentes y tristes porque recordaban a sus compañeros caídos. Casi ninguno de ellos recibió los honores de Estado que recibió Raúl y que a buen seguro recibirá Fernando. Pero, en algo, las cosas han cambiado. Ya no hay que enterrar a escondidas a las víctimas, hay que rendirles honores. Pero los honores no deberían llegar de presidentes, familia real y políticos. Los honores debían llegar desde la sociedad entera, esa sociedad que, como yo mismo, en estas fechas prepara sus compras navideñas o su salida de vacaciones. Y mientras hacemos eso, otros muchos héroes se están jugando la vida en Francia, en la boca del lobo, sin armas, a pecho descbierto. Si hay suerte, jamás conoceremos sus rostros y seguirán siendo héroes anónimos. Pero héroes. Sueño con que algún día, no muy lejano, nuetros policías y nuestros guardias civiles dedicados a la lucha contra el terrorismo tengan ese tratamiento: el de héroes.

Raúl dio la vida por todos nosotros


Raúl Centeno tenía 24 años y era guardia civil. Unos pistoleros de ETA le mataron esta mañana e hirieron a su compañero Fernando Trapero, que a esta hora se debate entre la vida y la muerte. Los dos jóvenes agentes estaban trabajando al otro lado de la frontera, mientras la mayoría de los españoles disfrutábamos de nuestro fin de semana, en compañía de nuestros amigos, de nuestras familias, o solos. Fernando y Raúl estaban velando por nuestra libertad y nuestra seguridad. Raúl ha dado su vida por nosotros, para que sigamos disfrutando de sábados como el de hoy: de paz y de libertad. Que a nadie se le olvide.