Los contactos de la mafia de la noche, esta semana en Interviú


Hace unas semanas contábamos en Interviú que algunos de los encartados en la operación Edén habían logrado sentarse con altos cargos del Gobierno de Castilla-La Mancha como parte de su estrategia para hacerse con la explotación de la terminal de carga del aeropuerto de Ciudad Real y de esa manera introducir en España miles de kilos de cocaína de manera segura. Esta semana contamos que otros implicados presumían de tener contactos en el Tribunal Supremo, la Audiencia Nacional, los juzgados de vigilancia penitenciaria…
Las conversaciones entre Alfonso Taborda y David Lozano –implicado en el asesinato en 1999 de Víctor Pozo, que estuvo once años huyendo de la justicia– resultan, cuanto menos, inquietantes: en ellas se habla de pagar un millón a un magistrado del Tribunal Supremo, de reuniones con el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, de compra de testigos… Los responsables de la operación Edén sí han acreditado que varios testigos de los que acudieron al juicio en el que se condenó a 25 años a David Lozano fueron comprados o presionados por los lugartenientes de Lozano. Así lo ratificó el pasado 24 de noviembre un testigo protegido, que aseguró que le ofrecieron 60.000 euros para que declarase a favor de Lozano. El dinero –según dijo ante el juez– llegaba del abogado de Lozano.
Los letrados que defendieron a David Lozano en el juicio por la muerte de Víctor Pozo fueron Javier Gómez de Liaño, ex juez de la Audiencia Nacional, y Dolores Márquez de Prado, ex fiscal del mismo organismo. Lozano pagó, siempre según las conversaciones intervenidas, 300.000 euros por su defensa, que no sirvió para librarle de una condena de 25 años. Ahora, su última oportunidad radica en el Tribunal Supremo, hasta donde los mafiosos aseguran haber llegado comn sus tentáculos. Tenéis todo en la revista Interviú de esta semana.

La Operación Galgo es un mal trabajo, pero no es una conspiración


El pasado mes de enero, accedí al sumario de la operación Galgo. Me sorprendió desde la lectura del primer folio, en el que los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil solicitaban a la jueza instructora la intervención de unos cuantos teléfonos, entre los que estaba el de Marta Domínguez, la mejor ateta de todos los tiempos y a la que en esa primera diligencia de informe se apuntaba como principal objetivo. En esa diligencia, los agentes fundamentaban sus acusaciones con expresiones como «en el mundillo del atletismo», «en foros de internet»… Casi inmediatamente después, en esos primeros folios, aparecía la declaración del ex entrenador de Marta, Mariano Díez, que vertía todo tipo de acusaciones contra la campeona y contra su preparador, César Pérez. Ya en aquel momento, me dio la impresión de que la Guardia Civil y la jueza decidieron abrir esta operación después de escuchar al ex entrenador de la atleta y no al revés.
La UCO culminó la operación con la detención de atletas, entrenadores, médicos… Y con el arresto de Marta y el registro de su casa. La lectura detallada del sumario me hizo pensar en aquel momento, como hoy sigo pensando, que no había materia suficiente como para adoptar una medida tan contundente contra la atleta. De aquella lectura salieron varios reportajes en Interviú y un espacio de Territorio Negro. En ellos, insistíamos en la poca consistencia de las acusaciones contra Marta y en la contundencia que tenían las pruebas contra otros implicados en la operación: Pascua Piqueras, Alberto García, Alberto León… A ellos se les habían encontrado sustancias prohibidas, planes de dopaje e incluso el entrenador Pascua confesó con todo detalle cómo dopaba a sus pupilos. Pero nada se había hallado en poder de Marta, ni de César Pérez.
Aquellos días, tras el reportaje de Interviú y el espacio de Territorio Negro, recibí varios mensajes. Uno de ellos me llamó la atención porque el remitente era un oficial de la Guardia Civil. Lo reproduzco tal y como me llegó, aunque omitiendo la identidad del comunicante:
«Estoy escuchando vuestra entrevista con Julia sobre «Galgo» y se me ocurren un par de cosas que me gustaria que comentasemos
1ª.- Deberiais informaros acerca de la existencia de un análisis que obra en poder del laboratorio antidopaje que ratifica que el AMTH-2 contiene testosterona sintetica….igual asi no citabais que no es dopante…¿quien te ha dicho eso?
2º.- Los Guardias somos bastante tontos, ya lo deja entrever la entrevista, pero igual en el control se dejaron pasar los viales para encontrarlos en los registros, simplemente cotejando sus números de serie…no se…
3ª.-Lo que mas me preocupa…se os nota cierta tendencia en este tema…¿no?..»

No contesté aquel mensaje. No quise hacerlo ni lo voy a hacer. No merece la pena contestar a alguien que me acusa de haber llamado «tontos» a los guardias civiles. Ahí están las bibliotecas, las hemerotecas y las fonotecas para comprobar en qué términos he escrito o he hablado en los últimos 23 años –los que llevo dedicado a este oficio– de la Guardia Civil, un cuerpo en el que tengo varios amigos, de los que estoy muy orgulloso.
De ese mensaje lo de menos era lo que contenía la ampolla, si había testosterona o no había… Era cuestión de tiempo. La semana pasada, la jueza lo dejó claro en el auto en el que sobreseía la principal imputación de Marta Domínguez y contradijo a mi comunicante: «que dicha sustancia no es trembolona, ni ningún derivado de la misma, e igualmente que no contienen testosterona y sus derivados, ni boldenona, mesterelona, metadienona, metenolona, metolona, enaltato, metiltestoterona, nandrolona, nandrolona enantato, obsandrolona, oximetolona y estanozolol.» Es decir, que no había sustancias prohibidas.
Me da la impresión, por tanto, de que lo que ha habido es un mal trabajo, una mala fijación de objetivos, una mala elección del momento de explotar la operación… Pero de lo que estoy seguro es de que no hay una conspiración contra Marta Domínguez en la que participen guardias civiles a las órdenes del ministro del Interior.
Estamos en época preelectoral y todo está manchado por la política y los políticos. Y Alfredo Pérez Rubalcaba es tan pieza de caza mayor para el PP y sus palmeros mediáticos como lo era Marta Domínguez para la UCO. Éstos erraron el tiro y creo que aquellos también. La Guardia Civil puede haber cometido un error, seguramente un error grave, pero me niego a creer que sean cómplices de una siniestra conspiración para acabar con la atleta por su cercanía con el PP o meras marionetas al servicio de espúreos intereses polítcos. Al fin y al cabo, quienes han corrido últimamente a retratarse con la campeona y sus laureles han sido los socialistas Jaime Lissavetzky, por su condición de secretario de Estado de Deportes, y José Luis Rodríguez Zapatero, como ministro de Deportes. A ver si con la misma presteza se encargan ahora de rehabilitar el honor de Marta Domínguez.

‘La pringue’ y el asesinato de Leónidas Vargas


«No quiero morir en la cárcel», le dijo Leónidas Vargas a sus allegados cuando llevaba unos meses ingresado en una prisión madrileña, tras ser detenido en 2006 por la Brigada de Policía Judicial de Madrid. No era una petición de clemencia, sino una oferta para colaborar con la Justicia a cambio de la información de la que disponía, acumulada durante las décadas que llevaba el Rey de Caquetá dedicado al negocio del narcotráfico. Lo contamos en este reportaje de Interviú. Agentes de la DEA acudieron a visitarle a la cárcel y poco después logró salir de prisión y ser recluido, primero en su casa y luego en un hospital, donde fue asesinado por un grupo de sicarios en enero de 2009. Ayer mismo, un tribunal popular dictaminó que los siete procesados por su muerte eran culpables.
Lo que el juicio no ha aclarado, como era de esperar, es quién estaba detrás del encargo, quién pagó para acortar la vida del último compañero de generación de los Rodríguez Orejuela, los Ochoa, Pablo Escobar… Eran muchos sus enemigos y muy poderosos, como Víctor Carranza, El Esmeraldero o Iván Urdiola, La Iguana, dos de los que habían puesto precio a su cabeza años atrás. Al crimen de Leónidas en Madrid le siguieron el de su hermano y su novia en Colombia y la petición de un hijo de El Viejo de alto el fuego. Las cuentas ya estaban saldadas y no era necesario que corriera más sangre.
La osadía y la profesionalidad con la que se perpetró el asesinato de Leónidas Vargas hizo pensar a algunos que Madrid se podía convertir en Medellín, que los ajustes de cuentas se sucederían por las calles de la capital con la impunidad con la que ocurrían hace unos años en la capital de Antioquía. Pero no es así. El grupo de Homicidios de la Brigada de Policía Judicial, de la entrañable pringue, hizo su trabajo y detuvo a los responsables de la muerte de Vargas tras una compleja investigación. Igual que años atrás, la Sección de Estupefacientes de la pringue detuvo a Leónidas. Todavía recuerdan allí cómo El Viejo repartía los discos de narcocorridos que grabó en la cárcel –como el que aparece en la ilustración– o como hizo traer café colombiano y salmón para los policías que le arestaron, como contamos en este otro reportaje de Interviú.

Manuel Charlín se reincorpora al negocio familiar

Esta mañana ha salido de la cárcel Manuel Charlín Gama, tras pasar los últimos veinte años de su vida entre rejas. Tiene 78 años y  ha pasado tiempo suficiente en prisión, cumpliendo diversas penas, todas ellas relacionadas con el narcotráfico. Recuerdo al viejo Charlín en las sesiones del juicio de la operación Mago, aburrido, vistiendo un traje que no ocultaba su condición de paleto y haciendo visible su jerarquía entre el resto de los procesados en el macrosumario de Baltasar Garzón.

Desde entonces hasta ahora, la familia del viejo Manuel se ha convertido en el clan más poderoso del narcotráfico gallego. Sus seis hijos y algunos de sus nietos han estado implicados en operaciones de introducción de toneladas de cocaína, en blanqueo de capitales, en algún asesinato… Charlín es mucho más que el apellido de Manuel, Melchor, Óscar, Yolanda, Teresa… Es una marca, una seña de poderío en el hermético mundo de los narcos de las Rías.

Los Charlines fueron, junto a Sito Miñanco, los primeros que entendieron que las alianzas con los clanes colombianos eran imprescindibles para funcionar en el negocio de la droga. También fueron pioneros en decirles a sus rivales que la delación se paga con la vida, en emparentarse con otras familias de narcos y en colocar a las mujeres de su clan al frente de organizaciones criminales, cuando todos los hombres estaban encarcelados. Los Charlines son lo más parecido que hay en España a las familias mafiosas sicilianas.

Los policías que llevan mucho tiempo persiguiendo el tráfico de cocaína en Galicia saben bien que Manuel Charlín, el patriarca, ya no es un peligro, pese a haber salido de la cárcel. Ahora, se reincorporará al negocio familiar o disfrutará de una buena jubilación. De momento, la policía y los jueces lo intentan impedir y sólo unas semanas antes de salir de prisión, se desencadenó la operación Repesca, destinada a acabar con sus vías de blanqueo. La batalla que Baltasar Garzón empezó hace más de veinte años, continuará.

La cocaína pudre Guinea Bissau


Guinea Bissau es un pequeño país del África Occidental, con una superficie menor que la de Bélgica y una población que no llega a los dos millones de habitantes. A diferencia de otras naciones de su entorno, en Guinea Bissau no hay guerra civil ni por las calles de sus ciudades se ven soldados disparando a diestro y siniestro. Pero a Guinea Bissau ha llegado un cáncer que está pudriendo los cimientos del país: la cocaína de los narcotraficantes colombianos.
Ya hace tiempo que las autoridades anti-droga de medio mundo están avisando del peligro que suponía que los grandes carteles colombianos se instalasen en África, donde el nivel de corrupción es mucho mayor que en ninguna otra parte del mundo. A mayor miseria, mayor facilidad para corromper. Ya no es una amenaza. Ya es un hecho. Una gran parte de la cocaína que llega a Europa ha pasado por África, donde los narcos colombianos han extendido su poder a base se comprar policías, militares y todo lo que sea necesario para desarrollar su negocio con tranquilidad. Hace unos días, llegó a mi poder un demoledor informe de Reporteros sin fronteras sobre la realidad del país. Su lectura sobrecoge, especialmente a los que hace tiempo que escribimos acerca de lo que podría significar la irrupción del narcotráfico en África. Los peores temores se han hecho realidad. En el citado informe, se cuenta el caso de un periodista local, Allen Yéro Emballo, que tuvo que refugiarse en París por acercarse demasiado a las cordiales relaciones que narcos y militares mantienen en su país. El pasado verano, tras revelar que altos mandos del ejército protegían a los colombianos, Allen y su familia fueron amenazados y el reportero decidió quitarse de enmedio. Los 50 euros que gana allí mensualmente un periodista no merecían poner en riesgo su vida o la de su familia.

El régimen del presidente Nino Vieira está en manos de los militares, comandados por el temible general Batista Tagm Na Wai y éstos parecen haberse convertido en los mejores socios de los carteles colombianos, como denunció Allen Yeró. Una Policía Judicial que apenas llega a los 70 inspectores y que sólo cuenta con un vehículo es la única fuerza que parece dispuesta a luchar contra lo que ya es una realidad, que Guniea Bissau se convierta en un narcoestado. El pasado mes de abril, según relata el documento de Reporteros sin fronteras, la policía detuvo a un teniente y a un capitán con más de 600 kilos de cocaína. A las pocas horas, el jefe del Estado Mayor, el general Batista Tgam, investido en juez, decretó su libertad sin cargos.
Así que apenas medio centenar de policías y un puñado de informadores son la única oposición a la alianza de los narcos con los militares. Especial valor tiene Agnello Regalla, el director de Radio Bombolom, una emisora verdaderamente libre que se ha enfrentado con el poder de los militares , hasta el punto de que éstos le han amenazado con «bombardearle la emisora». Y todo por 50 euros al mes. Estremece, siendo periodista en esta parte del mundo, la dignidad, el valor y la profesionalidad de esos compañeros. E indigna pensar en los compañeros que aquí, por no se sabe muy bien qué razón, cuentan con escolta a cargo del Ministerio del Interior.

La zona cero de la Cañada Real, en INTERVIÚ


La Cañada Real Galiana es uno de esos rincones oscuros de Madrid, que hace unas semanas fue puesto en el mapa por los medios de comunicación, a cuenta de los incidentes provocados por el derribo de la casa de una familia marroquí. Las excavadoras fueron recibidas a pedradas, la policía cargó… Total: más de treinta heridos, casi todos ellos agentes de policía, y tres detenidos. La Cañada ya ha desaparecido de los medios, ya no es noticia, pese a que allí viven más de 50.000 personas –más que en Soria– que fueron puestas bajo los focos mediáticos hasta hace unos días. En Interviú publicamos esta semana imágenes e historias de la llamada zona cero de la Cañada: una franja de poco más de mil metros convertida ya en el mayor supermercado de droga de la capital y, probablemente, de España. La policía ha detectado allí más de 36 fincas dedicadas al menudeo, en las que se vende la mejor y más barata cocaína de Madrid. Traficantes de otros poblados –Las Mimbreras, Barranquillas, Pitis…– han abierto oficina en la Cañada. Y a esos nadie se atreve a derribarles sus casas. Comprad Interviú y contemplad las magníficas fotografías que Javier Candial ha hecho de La Corrala del Tío Emilio, el punto más caliente de la venta de droga de La Cañada.