La Operación Galgo es un mal trabajo, pero no es una conspiración


El pasado mes de enero, accedí al sumario de la operación Galgo. Me sorprendió desde la lectura del primer folio, en el que los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil solicitaban a la jueza instructora la intervención de unos cuantos teléfonos, entre los que estaba el de Marta Domínguez, la mejor ateta de todos los tiempos y a la que en esa primera diligencia de informe se apuntaba como principal objetivo. En esa diligencia, los agentes fundamentaban sus acusaciones con expresiones como «en el mundillo del atletismo», «en foros de internet»… Casi inmediatamente después, en esos primeros folios, aparecía la declaración del ex entrenador de Marta, Mariano Díez, que vertía todo tipo de acusaciones contra la campeona y contra su preparador, César Pérez. Ya en aquel momento, me dio la impresión de que la Guardia Civil y la jueza decidieron abrir esta operación después de escuchar al ex entrenador de la atleta y no al revés.
La UCO culminó la operación con la detención de atletas, entrenadores, médicos… Y con el arresto de Marta y el registro de su casa. La lectura detallada del sumario me hizo pensar en aquel momento, como hoy sigo pensando, que no había materia suficiente como para adoptar una medida tan contundente contra la atleta. De aquella lectura salieron varios reportajes en Interviú y un espacio de Territorio Negro. En ellos, insistíamos en la poca consistencia de las acusaciones contra Marta y en la contundencia que tenían las pruebas contra otros implicados en la operación: Pascua Piqueras, Alberto García, Alberto León… A ellos se les habían encontrado sustancias prohibidas, planes de dopaje e incluso el entrenador Pascua confesó con todo detalle cómo dopaba a sus pupilos. Pero nada se había hallado en poder de Marta, ni de César Pérez.
Aquellos días, tras el reportaje de Interviú y el espacio de Territorio Negro, recibí varios mensajes. Uno de ellos me llamó la atención porque el remitente era un oficial de la Guardia Civil. Lo reproduzco tal y como me llegó, aunque omitiendo la identidad del comunicante:
«Estoy escuchando vuestra entrevista con Julia sobre «Galgo» y se me ocurren un par de cosas que me gustaria que comentasemos
1ª.- Deberiais informaros acerca de la existencia de un análisis que obra en poder del laboratorio antidopaje que ratifica que el AMTH-2 contiene testosterona sintetica….igual asi no citabais que no es dopante…¿quien te ha dicho eso?
2º.- Los Guardias somos bastante tontos, ya lo deja entrever la entrevista, pero igual en el control se dejaron pasar los viales para encontrarlos en los registros, simplemente cotejando sus números de serie…no se…
3ª.-Lo que mas me preocupa…se os nota cierta tendencia en este tema…¿no?..»

No contesté aquel mensaje. No quise hacerlo ni lo voy a hacer. No merece la pena contestar a alguien que me acusa de haber llamado «tontos» a los guardias civiles. Ahí están las bibliotecas, las hemerotecas y las fonotecas para comprobar en qué términos he escrito o he hablado en los últimos 23 años –los que llevo dedicado a este oficio– de la Guardia Civil, un cuerpo en el que tengo varios amigos, de los que estoy muy orgulloso.
De ese mensaje lo de menos era lo que contenía la ampolla, si había testosterona o no había… Era cuestión de tiempo. La semana pasada, la jueza lo dejó claro en el auto en el que sobreseía la principal imputación de Marta Domínguez y contradijo a mi comunicante: «que dicha sustancia no es trembolona, ni ningún derivado de la misma, e igualmente que no contienen testosterona y sus derivados, ni boldenona, mesterelona, metadienona, metenolona, metolona, enaltato, metiltestoterona, nandrolona, nandrolona enantato, obsandrolona, oximetolona y estanozolol.» Es decir, que no había sustancias prohibidas.
Me da la impresión, por tanto, de que lo que ha habido es un mal trabajo, una mala fijación de objetivos, una mala elección del momento de explotar la operación… Pero de lo que estoy seguro es de que no hay una conspiración contra Marta Domínguez en la que participen guardias civiles a las órdenes del ministro del Interior.
Estamos en época preelectoral y todo está manchado por la política y los políticos. Y Alfredo Pérez Rubalcaba es tan pieza de caza mayor para el PP y sus palmeros mediáticos como lo era Marta Domínguez para la UCO. Éstos erraron el tiro y creo que aquellos también. La Guardia Civil puede haber cometido un error, seguramente un error grave, pero me niego a creer que sean cómplices de una siniestra conspiración para acabar con la atleta por su cercanía con el PP o meras marionetas al servicio de espúreos intereses polítcos. Al fin y al cabo, quienes han corrido últimamente a retratarse con la campeona y sus laureles han sido los socialistas Jaime Lissavetzky, por su condición de secretario de Estado de Deportes, y José Luis Rodríguez Zapatero, como ministro de Deportes. A ver si con la misma presteza se encargan ahora de rehabilitar el honor de Marta Domínguez.

Publicado por

manuelmarlasca

Reportero. Se me ve por La Sexta y se me oye en Onda Cero.

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