La muerte de Amer Azizi es una gran noticia


La sombra de Amer Azizi, Othman el Andalusi, está presente a lo largo del vasto sumario de los atentados del 11-M. Él fue el inspirador de los principales autores de aquellos atentados. Amer Azizi aleccionó a la primera célula de Al Qaeda instalada en España, la que dirigió, hasta su detención en 2001, Imad Eddin Barakat Yakras, Abu Dahdah. De Azizi era discípulo Serhane Ben Abdelmajid, El Tunecino, el terrorista que aportó la carga ideológica y religiosa el 11-M. Por eso, la noticia que desvela hoy El País es una excelente noticia: Azizi murió en un bombardeo de la CIA en 2005 en Pakistán, como ya anunció hace tiempo Fernando Reinares, el hombre que más sabe en España de Al Qaeda. Se había convertido en un alto operativo de Al Qaeda y, posiblemente, tras su muerte, nuestro país está más tranquilo.

Su fuga de Madrid, en 2001, fue posible gracias a la torpeza de los servicios secretos españoles y a la mala suerte de la policía. Azizi está estrechamente ligado a España, tal y como contamos en nuestro libro Una historia del 11-M que no va a gustar a nadie: traductor de la mezquita de la M-30, se casó con Raquel Burgos, una joven del barrio de Ciudad Lineal, con la que ha tenido tres hijos, y aleccionaba a sus seguidores tras ganar galones en el siniestro escalafón de Al Qaeda después de su paso por Afganistán y Bosnia.

Una vez confirmada la muerte de Azizi queda por desvelar el destino de Raquel y sus hijos. El pasaporte español de la mujer fue hallado hace unos meses en la misma región en la que murió su marido, aunque no hay ningún dato que haga pensar que corrió su misma suerte. Su familia no la ve desde el año 2001 –su madre murió hace poco tiempo–, cuando salió escondida en un contenedor gracias a Mustafa Maymouni, otro dirigente de Al Qaeda, cuñado de El Tunecino y encarcelado en Marruecos por su relación con los atentados de Casablanca. Sería una noticia casi tan buena como la muerte de su marido que Raquel regresase al barrio de Ciudad Lineal, del que un día se marchó para cambiar su imagen –llevaba el pelo recortado casi como un chico y pasó a llevar las vestimentas más rigoristas del Islam– y su vida.

Terrorismo islamista: la amenaza continúa


Han pasado ya unas cuantas horas desde que saltó la noticia de la detención de catorce terroristas islamistas. Esta vez no se trata de magrebíes, como la mayoría de los activistas musulmanes detenidos en España desde el 11 de marzo de 2004. Se trata de una célula compuesta, fundamentalmente, por pakistaníes. Al parecer, forman parte de la corriente tabligh, una especie de misioneros del Islam, a la que pertenecían terroristas bien conocidos en España por su relación con las células que han actuado en España. Amer Azizi, en busca y captura desde el 2001, era miembro de esta facción del Islam.
Lo más inquietante de la operación es que en poder de los detenidos se ha encontrado material para fabricar explosivos. Al parecer, en los registros se han hallado restos de TATP, el explosivo que emplearon los autores de los atentados de Londres y Casablanca. Según ha revelado el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, los terroristas pensaban atentar de manera inminente en Barcelona. Enhorabuena al ministro, al CNI, a la Guardia Civil y a todos los participantes en esta operación, que no hace otra cosa que confirmar lo que hace tiempo que unos cuantos estamos diciendo: la amenaza islamista está muy presente en España. Más aún que antes del 11 de marzo. A los fundamentalistas no les hace falta excusas. Ayer fue Irak. Hoy puede ser la presencia española en Afganistán, el debate sobre el velo o cualquier otra cosa. Los nihilistas –empleando la calificación de André Glucksmann– no necesitan ninguna excusa para provocar la muerte y la destrucción, que es su única razón de ser. Y la operación también demuestra otra cosa. Si aún no hemos sufrido un zarpazo mortal de los islamistas es porque no han podido. Ya no se pueden traer 200 kilos de goma 2 de Asturias –sí, Luis del Pino, Jiménez Losantos, Fernando Múgica… el explosivo del 11-M se robó en Asturias–, pero fabricar explosivos está al alcance de cualquiera. Para eso están los campamentos terroristas virtuales de Internet.