La cita de José Bretón

Esta semana contamos en Interviú que José Bretón, el padre de los niños desaparecidos en Córdoba desde el pasado mes de octubre, intentó citarse con una ex novia apenas 70 minutos después de denunciar que había perdido a sus hijos. Mientras la policía y su familia trataban de dar con los pequeños en el parque Cruz Conde, él llamó a una mujer a la que no veía desde hacía muchos años, a la que no comentó nada acerca de la desaparición de los pequeños, ni siquiera le dijo que era padre.
La escena da una perfecta idea de la clase de individuo a la que se enfrenta la policía desde el primer día. Un manipulador, que lo único que ha intentado desde el inicio de las investigaciones, ha sido mantener el control de todo. De ahí su empeño en que su ex mujer, Ruth, le visitase en prisión cuando él quisiera, los continuos ofrecimientos para ayudar a encontrar a Ruth y a José si le ponen en libertad, la manera en la que manipuló al párroco de la cárcel, el papel de su abogado –convertido en un portavoz, en lugar de un defensor–, sus falsas huelgas de hambre, sus casi humorísticas tentativas de suicidio, su desparpajo al hablarle a la policía de su «divorcio ejemplar»...
Más allá de las elucubraciones en las que caemos todos los periodistas, lo cierto es que Bretón sigue en prisión porque hay una infinidad de indicios que dejan claro que él es el único responsable de la desaparición de sus hijos, tal y como le dijo a un policía y contamos en Interviú. Gran parte de esos indicios están en el auto de prisión que adelantó ABC la pasada semana y todos ellos han sido aportados por los agentes de la UDEV Central, que están trabajando de manera incansable en una doble dirección: hacer lo posible para que Bretón siga encarcelado y hallar a los pequeños.
Los ánimos ya decaen entre las personas más cercanas a Ruth, la madre de los niños, pero ella sabe que la policía está empeñada en dar con los críos, aunque, como dice el juez, solo Bretón tiene la llave para ello. Para encontrar a Marta del Castillo había, por lo menos, tres llaves y ninguna fue bien empleada.

«José, ¿dónde están los niños?» «Ese es mi secreto»

Ruth y José Bretón llevan casi dos meses desaparecidos. Su padre, José Bretón, sigue en prisión y el juez instructor ha decidido volver a decretar el secreto de sumario a la vista del último informe que le han remitido los investigadores de la UDEV Central de la Policía. Esta semana, revelamos en Interviú parte del contenido de ese informe. Por ejemplo, se recoge el testimonio de algunas personas que han manifestado haber oído a Bretón decir días antes de la desaparición de los niños: «Aquí va a pasar algo muy gordo». O el curioso ofrecimiento que le hizo a la policía: ayudaría a encontrar a sus hijos si le dejaban en libertad. Pero lo más sorprendente de todo lo que contamos en el número de Interviú que ya está en la calle es el diálogo que Bretón mantuvo con uno de los policías, responsable de las investigaciones: «José, ¿dónde están los niños?», le espetó el agente tras pasar muchas horas con él. «Ese es mi secreto», contestó el padre de Ruth y José. Lo tenéis todo en Interviú.

El ejemplo de Rosa Arcos

En 1999 conocí a Rosa Arcos Caamaño en La Coruña. Su hermana, María José, llevaba entonces tres años desaparecida. Contacté con ella gracias a uno de los mejores policías que he conocido nunca, un experto en homicidios que luchó lo indecible por poner a disposición judicial al que él, Rosa y todo el mundo consideraban responsable de la desaparición de María José, Ramiro Villaverde, un cámara de televisión con el que María José había tenido una relación sentimental y al que había prestado un millón de pesetas. Había muchos indicios que apuntaban hacia él, pero ninguna prueba contundente. El caso amenazaba con convertirse en otro de esos crímenes perfectos en los que hay un sospechoso que nunca pasa de ser eso. Pero Rosa luchaba ya entonces para que su hermana y su desaparición no cayesen en el olvido. Y así ha estado quince años. Sin escándalos, sin levantar la voz, pero empleando todas las herramientas que la ley ha puesto a su alcance y que se antojaban insuficientes. Rosa se ha entrevistado con decenas de policías, fiscales, jueces, guardias civiles…, abrió esta página web para mantener el caso vivo en la red. Es una de las mujeres que con mayor dignidad he visto pelear por una causa tan justa como aparentemente inalcanzable.

Hasta ayer, cuando la Guardia Civil detuvo a Ramiro Villaverde por orden del juez de Ribeira, que afirma en su auto que «los indicios de culpabilidad que recaen sobre él son demasiados y demasiado fuertes». He hablado con Rosa esta mañana. Estaba feliz y esperanzada. Como siempre, no ha tenido una mala palabra para nadie, solo elogios para el juez, el fiscal y la Guardia Civil. «Que al menos pase por esto», es lo más duro que ha dicho sobre el tipo al que desde hace quince años quiere ver detenido. Rosa me ha vuelto a dar una lección.

Mientras los focos apuntan hacia Sevilla


Todos los focos apuntarán mañana hacia Sevilla. Allí será juzgado a puerta cerrada El Cuco, el menor presuntamente implicado en el asesinato y la desaparición de Marta del Castillo. Los programas de televisión –entre los que estará Espejo Público, en el que yo colaboro– harán conexiones en directo con los juzgados sevillanos, repetirán una y mil veces la petición a la que se enfrenta el menor –un máximo de seis años de internamiento– y sus cámaras buscarán una imagen y una palabra de los padres de Marta del Castillo, la joven desaparecida haca ya dos años.
Pero aunque mañana nadie o casi nadie hablará de ello, mientras todos los focos apunten a Sevilla, unos cuantos guardias civiles seguirán empeñados en encontrar al asesino de Esther Jiménez, la niña de trece años asesinada en Arriate (Málaga); en la Comandancia de Madrid, el Grupo de Homicidios de la Guardia Civil revisará cada cuadrante de los mapas con los que trabajan buscando el cuerpo de María Piedad, la mujer asesinada por su novio tras una cena de empresa hace más de un mes y cuyo paradero se llevó el asesino al suicidarse; en las dependencias de la UDEV Central, en Madrid, varios policías revisarán paso a paso los pasos dados para encontrar al responsable de la desaparición de Sara Morales, la joven de Canarias de la que nada se sabe desde el año 2006…
Podría continua hasta aburrir al más persistente en la lectura. El caso Marta del Castillo es una bandera, un nuevo símbolo que estos días servirá para poner en cuestión la Ley del Menor, pero para los que trabajan día a día en la lucha contra el crimen es un caso más. De hecho, es un caso mal resuelto, un mal ejemplo de investigación, de inspección ocular y, sobre todo, de la falta de comunicación entre la policía y la familia de la víctima. Muchos aprendieron de los errores de ese caso. Los que no aprendimos, desde luego, fuimos los periodistas. Ya lo veréis mañana.

Y ahora Mari Luz, de cinco años


Tiene cinco años, se llama Mari Luz Cortés y desapareció el pasado domingo de la barraiada onnubense de El Torrejón. Es otra desaparición inquietante. Más inquietante aún que la de la joven británica de Mijas, porque en este caso se trata de una pequeña de cinco años a la que se le perdió la pista tras comprar unas chucherías a escasos metros de su casa. La experiencia policial y el sentido común dicen que una niña de esa edad no se marcha por su propia voluntad. Además, una testigo a la que la policía da bastante fiabilidad afirma que vio a Mari Luz en compañía de dos jóvenes una hora después de su desaparición. Datos para estar inquietos, pero también para tener esperanza. Hasta Huelva viajarán próximamente agentes del grupo de Desaparecidos de la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta. Son de lo mejor que hay en la policía.