Contra el blanqueo de la historia

guardia
Atentado de ETA en la Plaza de la República Dominicana. 14 de julio de 1986.
Nací en 1967, empecé a ejercer el periodismo en el verano de 1986 en una cadena de radio en el turno de noche (de 12 de la noche a ocho de la mañana). El 14 de julio de aquel año, apenas dos semanas después de empezar a ser periodista, cuando estaba a punto de salir de la redacción para irme a casa a dormir, un estruendo y varias llamadas a la emisora nos pusieron sobre aviso: una bomba había estallado en la Plaza de la República Dominicana, a poca distancia de la sede de la cadena de radio. Me desplacé hasta allí. Cuando llegué al escenario del atentado, aún no había sido acordonada la zona.

Antes de que me sacaran a empujones de allí, pude contar torpemente –los nervios, la inexperiencia, la ineptitud del novato…– los cuerpos de lo que a mí me parecían cadáveres de guardias civiles reventados en el interior de los dos autobuses a cuyo paso ETA hizo estallar una furgoneta bomba. Han pasado treinta años desde aquella primera y penosa crónica de urgencia hecha desde el teléfono de un vecino de la zona que me abrió su puerta y me prestó su línea. Treinta años de esas imágenes que aún tengo vívidas. No solo las imágenes: el olor a muerte, el silencio de los guardias civiles que iban llegando hasta allí a intentar socorrer a quienes ya no precisaban auxilio… En aquel atentado fueron asesinados doce guardias jóvenes.

Después, en los medios en los que trabajé como reportero de sucesos –Ya, El Mundo, El Sol, Interviú…– volví a cubrir otros atentados con coche bomba: República Argentina, Dirección General de la Guardia Civil, Juan Bravo, la Plaza de la Cruz Verde, casa cuartel de Zaragoza… Acudí a funerales, hablé con familias de las víctimas. Cubrí –no tiene mérito, lo hicieron muchos periodistas– los crímenes de la fiscal Carmen Tagle, de Francisco Tomás y Valiente, de Miguel Ángel Blanco, el secuestro de Ortega Lara…. Más de la mitad de mi vida profesional la he dedicado, entre otras cosas, a contar la muerte y el dolor que ETA ha provocado en toda la sociedad española.

Mi trabajo me ha permitido el privilegio de conocer a muchas víctimas: familias de asesinados, guardias civiles y policías que perdieron a sus compañeros, y también a muchos de los que hicieron de la lucha contra el terrorismo de ETA una causa y un empeño personal. He viajado con frecuencia a Euskadi y he escuchado contar a los guardias como tenían que esconder a sus muertos, sacarlos a escondidas de la casa cuartel y vivir en el silencio –en el mejor de los casos– o la mofa de sus vecinos. He hablado con familiares de los concejales asesinados por ETA que me han contado cómo eso que llaman la izquierda abertzale apuntaba para que los pistoleros disparasen…

Insisto es que no tiene ningún mérito. Ha sido una cuestión de biología. Por nacer cuando nací y dedicarme a lo que me dedico he pasado una parte muy importante de mi carrera contando el terror de ETA igual que ahora lo hago con el terror yihadista. Pero he visto mucho terror y mucho dolor. Por eso, me niego a admitir el blanqueo de la historia o reducir todos esos años de terror a «·un confilcto». El único conflicto que había es que unos mataban y otros morían. Sí, también conocí y escribí de la guerra sucia, cuando el Estado decidió coger atajos y asesinar. No soy un negacionista. La guerra sucia y las torturas existieron, pero eso no anula los años de dolor y terror de quienes mataban, extorsionaban y secuestraban.

Digo todo esto porque en las redes sociales me encuentro siempre el mismo fenómeno: cuando hablo de ETA, recuerdo sus crímenes, pido que no se blanquee la historia, siempre hay voces que, con más o menos respeto, me piden que deje a esos muertos tranquilos y que me acuerde de los de la Guerra Civil y la posguerra. También he tenido ocasión de conocer a familias que han desenterrado o quieren desenterrar a sus muertos de alguna cuneta. Me merecen el más absoluto respeto y creo que nadie merece tener a sus ancestros asesinados en una cuneta. He tenido el privilegio de conocer al profesor Francisco Etxeberria y a los fundadores de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y he admirado su trabajo, su lucha y su causa. Jamás se me ocurrirá blanquear el horror de los años de la Guerra Civil y el franquismo porque, aunque no lo viví, hay pruebas más que suficientes de ello. De los años del terror etarra no me hacen falta pruebas. Los viví yo mismo. Por eso, como alguien me ha dicho hoy, ETA para mí es un tema recurrente. Porque me niego a olvidar. Perdón por no haber vivido la Guerra Civil. A mí me tocó vivir el horror de ETA.

Publicado por

manuelmarlasca

Reportero. Se me ve por La Sexta y se me oye en Onda Cero.

4 comentarios en «Contra el blanqueo de la historia»

  1. Desgraciadamente no solo usted vivió eso, afortunadamente, ahora desde Euskadi se mira en otra dirección totalmente opuesta a la suya, se mira hacia el futuro, se intentan cerrar las heridas. Quiza usted deba viajar más al norte para ser testigo de ello y colaborar en esta dificil tarea desde su maravillosa profesión. Claro que para ello debería desprenderse de su egocentrismo y ejercer como un auténtico periodista.

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    1. Saludos. Lo que dice Rodro es mentira, yo fui atacado en público y grabado por varias cámaras, con material pirotécnico, he sido amenazado de muerte, me han destrozado el coche debajo de mi casa, y todavía no hay ni un detenido, ni se ha hecho absolutamente nada, en la UPV Facultad de Ciencias Sociales (Campus de Vizcaya), todavía siguen cantando a ETA, homenajeando a ETA y amenazando al que piensa diferente, recordemos el reciente manifiesto de 48 profesores que no hace tanto tuvieron que irse o callarse, vivir amenazados, chantajeados y extorsionados. Recordemos a Puelles, y a todos los policías amenazados y asesinados. Rodro, me siento insultado por usted. He escrito a todos los medios, he enviado fotografías, denuncias, etc., no hacen caso de absolutamente nada. Tres denuncias 0 imputados. Cuando fui atacado, había de testigos funcionarios públicos, personal de ALSE, oyeron la explosión del material que me lanzaron desde el rectorado y la primera planta (Aula 8) ambos espacios ampliamente alejados por lo que la versión abertzale de que tiraron algo pequeño es FALSA. Nadie se ha disculpado aún, todo lo contrario, los que no llevaban pasamontañas se rieron, delante de los vigilantes de ALSE, empresa privada que se encarga de las seguridad en la universidad, y además, posteriormente me amenazaron de muerte, me insultaron y me reventaron el coche. Y el ambiente que hay ahora, no es de mirar al futuro, mis propios compañeros de clase evitaron posicionarse contra los abertzales y por el contrario, una amplia mayoría apoyó sus formas violentas. Pido ayuda, porque ya he escrito a prácticamente todos los medios españoles, y repito, 0 respuestas. Sucede que lo que no sale en los medios NO EXISTE cara a la opinión pública. Estas cosas las denuncian profesores y catedráticos, en páginas web y Twitter. Pero, ¿de qué sirve? Los abertzales ya tienen su «Estado» paralelo, sus instituciones paralelas y sus fuerzas de choque parapoliciales, tienen una POLICÍA DEL PENSAMIENTO. Los que no estamos de acuerdo con sus métodos no somos beligerantes, si lo fuéramos, la UPV sería hoy un baño de sangre. La mayoría opta por CALLAR, y yo quiero HABLAR y no me dejan, tengo 31 años, he estudiado otras cosas y es falso que la izquierda abertzale y ETA están en su peor momento, en realidad ha habido un ascenso de su masa crítica, ha habido un ascenso en general de su poder y un aumento de la militancia JOVEN, ese es el FUTURO, Sr. Rodro. Gracias por los artículos que instan a recuperar la memoria Sr. Marlasca.

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  2. Saludos. Lo que dice Rodro es mentira, yo fui atacado en público y grabado por varias cámaras, con material pirotécnico, he sido amenazado de muerte, me han destrozado el coche debajo de mi casa, y todavía no hay ni un detenido, ni se ha hecho absolutamente nada, en la UPV Facultad de Ciencias Sociales (Campus de Vizcaya), todavía siguen cantando a ETA, homenajeando a ETA y amenazando al que piensa diferente, recordemos el reciente manifiesto de 48 profesores que no hace tanto tuvieron que irse o callarse, vivir amenazados, chantajeados y extorsionados. Recordemos a Puelles, y a todos los policías amenazados y asesinados. Rodro, me siento insultado por usted. He escrito a todos los medios, he enviado fotografías, denuncias, etc., no hacen caso de absolutamente nada. Tres denuncias 0 imputados. Cuando fui atacado, había de testigos funcionarios públicos, personal de ALSE, oyeron la explosión del material que me lanzaron desde el rectorado y la primera planta (Aula 8) ambos espacios ampliamente alejados por lo que la versión abertzale de que tiraron algo pequeño es FALSA. Nadie se ha disculpado aún, todo lo contrario, los que no llevaban pasamontañas se rieron, delante de los vigilantes de ALSE, empresa privada que se encarga de las seguridad en la universidad, y además, posteriormente me amenazaron de muerte, me insultaron y me reventaron el coche. Y el ambiente que hay ahora, no es de mirar al futuro, mis propios compañeros de clase evitaron posicionarse contra los abertzales y por el contrario, una amplia mayoría apoyó sus formas violentas. Pido ayuda, porque ya he escrito a prácticamente todos los medios españoles, y repito, 0 respuestas. Sucede que lo que no sale en los medios NO EXISTE cara a la opinión pública. Estas cosas las denuncian profesores y catedráticos, en páginas web y Twitter. Pero, ¿de qué sirve? Los abertzales ya tienen su «Estado» paralelo, sus instituciones paralelas y sus fuerzas de choque parapoliciales, tienen una POLICÍA DEL PENSAMIENTO. Los que no estamos de acuerdo con sus métodos no somos beligerantes, si lo fuéramos, la UPV sería hoy un baño de sangre. La mayoría opta por CALLAR, y yo quiero HABLAR y no me dejan, tengo 31 años, he estudiado otras cosas y es falso que la izquierda abertzale y ETA están en su peor momento, en realidad ha habido un ascenso de su masa crítica, ha habido un ascenso en general de su poder y un aumento de la militancia JOVEN, ese es el FUTURO, Sr. Rodro. Gracias por los artículos que instan a recuperar la memoria Sr. Marlasca.

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