En el mes de septiembre, publiqué en Interviú y en este blog la exclusiva sobre la detención y el encarcelamiento en España de Francisco Pellicer Caules, un menorquín acusado de haber abusado de un niño en Camboya y al que un juez de la Audiencia Nacional decidió meter en prisión, a la espera de decidir sobre su posible extradición al país asiático.
La noticia provocó todo tipo de comentarios, la mayoría de ellos negativos y recriminándome por la publicación de la historia. Algunos incluso incluían amenazas más o menos explícitas, muchos invocaban la presunción de inocencia y varios calificaban el reportaje, directamente, de mentira o montaje. Como ya escribí en su día, no decidimos publicar la historia de Pellicer hasta confirmar la veracidad de todos los extremos y acceder a toda la documentación: la denuncia interpuesta en Camboya, la orden de busca y captura dictada por Interpol, el testimonio de Kim, el niño de 14 años víctima del español, las diligencias abiertas en España por la policía… Sólo cuando comprobamos que todo era cierto publicamos el reportaje.
Hace unos días, la agencia Efe difundió la noticia, recogida en diversos medios, de que un tribunal de Camboya ha condenado en rebeldía a Francisco Pellicer a diez años de prisión, exactamente por los mismos hechos que contábamos en el reportaje. Las autoridades camboyanas han solicitado a España la extradición del pederasta, sobre la que debe resolver el Consejo de Ministros.
Francisco Pellicer, como cualquier otro, tiene derecho a la presunción de inocencia, por supuesto, aunque sea capaz de tener relaciones sexuales con un niño a cambio de medio dólar. Y nosotros, como profesionales de la información, también. Espero los comentarios de todos aquellos que hablaron de que los crímenes de Pellicer eran equiparables a los míos por condenarle sin una sentencia y difundir su rostro y su nombre.