Un traductor de la policía, líder de un grupo internacional de secuestradores

Los tres detenidos, antes de ser arrestados por la policía.

Muhammad Sagheer era en Pakistán, su país de origen, el responsable de un clan familiar de delincuentes, dedicado a robar y secuestrar. En España vivía bajo la identidad de Muhammad Zahid Saleem y trabajaba en la empresa Serprotec como intérprete de la policía y los juzgados de Tarragona, provincia en la que residía junto a su novia, una rumana dedicada también a la traducción.
Los dos fueron detenidos en Constantí, junto a otro paquistaní, por la Sección de Secuestros y Extorsiones de la UDEV Central. Acababan de cobrar en París más de 100.000 libras a cambio de la vida de un niño de cinco años de nacionalidad británica, secuestrado en Pakistán por la red liderada por Sagheer, de la que contamos todos los detalles esta semana en Interviú.
El secuestro ocurrió en Pakistán, la familia del niño vivía en Reino Unido, el rescate se pagó en Francia y todos los pasos del secuestro fueron dirigidos desde Tarragona y Barcelona por Sagheer y su novia. La globalización del crimen es un hecho. La Sección de Secuestros de la UDEV está preparada para ello. Lo demuestran en cada una de las operaciones que llevan a cabo.

Se llamaba Alla, era ucraniana, tenía un hijo y buscan su cuerpo en varios vertederos


Que hay muertos de primera y de segunda es algo que sabemos todos los que nos dedicamos a la información de sucesos. A veces, los periodistas caemos en esa trampa y llegamos hasta a despersonalizar a las víctimas de horribles crímenes. Es el caso de lo sucedido estos días en Fuengirola (Málaga). Una mujer de 36 años, natural de Ucrania, llamada Alla Mefodova, y madre de un hijo, lleva desaparecida desde el pasado 5 de abril y la policía busca desde hace unos días su cuerpo en vertederos de la provincia de Málaga. Su último cliente ha confesado, tal y como adelantó el Diario Sur, que la mató tras beber whisky y consumir cocaína. Después, compró una sierra, la troceó, introdujo su cuerpo en bolsas y las arrojó a varios contenedores.
El crimen es terrible, de una crueldad extrema, pero apenas ha ocupado espacio en la prensa. ¿Porque la víctima es prostituta y, además, extranjera? ¿Porque la única persona que la echó en falta es su hijo? El caso me recuerda otros muchos parecidos y que han pasado casi inadvertidos, como el de Edith Napoleón o el de María Socoro, dos prostitutas asesinadas en Madrid y en Galicia por clientes españoles y de cuyos crímenes casi nadie se ocupó. Interviú fue de las pocas publicaciones que, al menos, puso nombres, apellidos y caras a las víctimas. Por cierto, el crimen ha sido resuelto por agentes de la UDEV Central, los mismos a los que no dejaron continuar con las investigaciones sobre la desaparición de Marta del Castillo por razones que alguien tendrá que explicar alguna vez.