Gracias, coronel

Kantauri, un jefe de ETA al que el coronel vigiló en persona.
Kantauri, un jefe de ETA al que el coronel Manuel Sánchez vigiló en persona.

 

Una de las mejores cosas de mi oficio es conocer a personas excepcionales. Hoy, una de esas personas ha sido entrevistada por Julia Otero en nuestro espacio, Territorio Negro.Se trata del coronel de la Guardia Civil Manuel Sánchez, el hombre que dirigió durante dos décadas las operaciones secretas contra ETA en suelo francés, un hombre clave para que ETA sea hoy el cadáver que es, tal y como él mismo le ha dicho a Julia: «ETA es un cadáver que hay que acabar de enterrar. Se vio derrotada y tiró la toalla. Quieren conseguir algo a cambio de lo poco que tienen, unas pocas armas. Quieren hacer ver que han empatado cuando ellos saben que han perdido y por goleada.»
En veinte minutos de radio pura, llenos de emoción, el coronel ha recordado los años más duros y tristes para los guardias civiles que trabajaban en Euskadi. Cuando ETA mataba a los agentes a decenas ante el silencio, en el mejor de las cosas, o la complicidad de muchos, incluida la Iglesia vasca, como ha recordado el coronel: «Hubiéramos agradecido que la iglesia hubiese sido al menos equidistante, pero no era equidistante, era peor: nos mataban y teníamos que pedir perdón. Nos mataban y nos teníamos que esconder, hacer el entierro a escondidas…» Eran años en los que los cuerpos de los agentes asesinados se velaban en sótanos de los cuarteles y las comitivas fúnebres salían de noche para no ser vistas por los vecinos que los señalaban, en el mejor de los casos, o cobijaban a los asesinos en sus casas. No eran tiempos tan lejanos, apenas han pasado 25 o 30 años de aquello.

El coronel ha tenido unas palabras para aquellos que piden generosidad para los etarras que aún continúan en las cárceles y ha recordado lo que pasó cuando el Gobierno concedió una ley de amnistía: «No quedó ni un solo etarra en la cárcel y la consecuencia fue que pasamos de 20 muertos al año a 90 ó 100», ha dicho el coronel Sánchez. Todo cambió cuando se dieron cuenta de que a ETA había que perseguirla en Francia –«ETA mataba en España y vivía en Francia»–, que allí estaban sus jefes y sus estructuras. Fueron los tiempos en los que Sánchez y un puñado de valientes hicieron de la persecución de los jefes etarras un modo de vida. El coronel ha contado cómo llegó a estar junto al sanguinario Kantauri y su familia con su hija en brazos y su mujer al lado o como logró colocar de chófer de Mikel Antza a un guardia civil que pasó cinco años infiltrado en ETA, renunciado a su vida.

Pocas veces se tiene la oportunidad de conversar con alguien como el coronel Sánchez, alguien que dejó parte de su vida evitando decenas de muertes y que se quita mérito permanentemente: «lo que he hecho yo lo han hecho muchos otros guardias, pero yo he estado más tiempo, por eso tengo más historias». Algún día, la historia pondrá en el lugar que merece a hombres y mujeres como el coronel Sánchez, esos que se tomaron la lucha contra ETA como «algo personal». «Tiene una explicación lógica:nos han matado mucho, a nuestros hijos, a nuestras familias, así que ese plus de motivación era automático. Era una cuestión de supervivencia: o ellos o nosotros. La primera y las últimas víctimas de ETA eran guardias civiles». Gracias a todos ellos y gracias a usted, coronel.

Publicado por

manuelmarlasca

Reportero. Se me ve por La Sexta y se me oye en Onda Cero.

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