Mamá, Triana y la extraña compañera de banquillo

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La primera semana del juicio por el asesinato de Isabel Carrasco deja unas pocas certezas, muchas dudas e innumerables imágenes para los cinco hombres y las cuatro mujeres que decidirán la culpabilidad o no de Montserrat González, Triana Martínez y Raquel Gago, a las que el fiscal y las acusaciones piden 23 años de prisión.
La primera certeza es que José Ramon García, el abogado defensor de Triana y Montserrat, preparó concienzudamente los testimonios de madre e hija e incluso la puesta en escena de ambas. Con Triana le salió bien. La ingeniera respondió bien al reto, transmitió una imagen de fragilidad y de dependencia de su madre muy creíble e incluso dio todo lujo de detalles del supuesto episodio de acoso sexual por parte de Isabel Carrasco al que el letrado se refiere, hasta en sus escritos, como «el detonante de la persecución». El único problema que tienen el abogado y la madre y la hija es que en la Audiencia de León no se juzga ni el supuesto acoso sexual sufrido por Triana ni siquiera la conducta de Isabel Carrasco. Lo que se juzga es el asesinato de la presidenta de la Diputación de León. Triana tendrá que demostrar que, tal y como dijo en el juicio, no sabía que aquella tarde «mamá» –como se refirió a ella varias veces– iba a vengar a plomo todos las supuestas humillaciones de las que había sido objeto por parte de Isabel Carrasco y que si ella se hizo cargo de la pistola aún humeante fue porque creía que era el arma de su padre y pensaba que eso podría acarrearle complicaciones al inspector jefe de Astorga.
Más problemas dio a José Ramón García Montserrat González: la mujer que disparó a quemarropa por la espalda a Isabel Carrasco y la remató con dos tiros en la cabeza trató de mostrarse ante el jurado como una madre coraje a la que la política había arruinado la vida. Pese a los esfuerzos del abogado, Montserrat se reveló ingobernable y no contestaba lo que el defensor quería e incluso sugería, para desesperación de García. El abogado ha armado una historia en su escrito de defensa que será difícil mantener durante todo el juicio: a Montserrat no le quedó más remedio que matar a Isabel Carrasco. «Era ella o mi hija», dijo la acusada al final de su interrogatorio. En esas palabras, el jurado tendrá que ver el trastorno mental que reduciría su condena por asesinato de los 20 a los ocho años que pide su abogado.
Y finalmente está Raquel Gago, la policía municipal de León que tardó 30 horas en comunicar a la Policía que tenía en su coche el arma del crimen. Su presencia en este juicio es extraña. Hasta postural y físicamente. Asistió en silencio e inmóvil como una esfinge, sin mirar y sin ni siquiera gesticular a los testimonios de las dos mujeres con las que tomó té el 12 de mayo de 2014, horas antes de que acabasen con la vida de Isabel Carrasco. Después, cuando llegó su turno, contestó –ella sí– a todas las partes de forma segura y solvente, tanto que echó por tierra un informe policial que supuestamente la situaba vigilando a la presidenta del PP leonés en los días previos al crimen. La solvencia y la seguridad de Gago se acabaron cuando tuvo que contestar a lo que aún no ha tenido respuesta: ¿por qué no dijo que había estado con Triana y Montserrat horas antes del crimen? ¿Por qué no dijo que se había encontrado con Triana instantes antes de su detención? ¿De verdad no se dio cuenta de que la joven metía en su coche un bolso y pudo tardar 30 horas en enterarse de que allí dentro estaba el arma del crimen? El empeño de su abogado, Fermín Guerrero, por acreditar lo que él llama «bloqueo mental» va a ser mucho más difícil que demostrar que Raquel no participó en ningún acto preparatorio del crimen. Quizás el fiscal y las acusaciones varíen sus conclusiones y ofrezcan al jurado la posibilidad de condenar a la agente Gago por un delito de encubrimiento.
El fiscal y las acusacioes quieren convencer al jurado de que la responsabilidad de las tres mujeres es idéntica. No será fácil para Beatriz Llamas, la abogada que representa a la hija de Isabel Carrasco, ni para sus colegas. Como tampoco será fácil evitar que el abogado de Triana y su mamá siga insistiendo en montar su juicio en paralelo: el que juzgue el comportamiento de la víctima del crimen. Como línea de defensa parece abocada al fracaso.

Publicado por

manuelmarlasca

Reportero. Se me ve por La Sexta y se me oye en Onda Cero.

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