El pudor

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El jefe de Homicidios de la Brigada de Córdoba ha tenido un ataque de pudor. No le ha querido contar al jurado los detalles de la visita de José Bretón a un burdel cercano a Las Quemadillas. Se lo contó, jocoso, Bretón a varios policías días después de denunciar la desaparición de sus hijos, cuando media España buscaba a Ruth y José y él pasaba las noches viendo a los policías remover cada rincón de su finca mientras les ofrecía vino Barbadillo y sacaba un radiocassete. Bretón contó su experiencia con una prostituta rumana con todo detalle, un detalle que hoy no ha querido repetir el inspector. Y eso pese a la insistencia de la abogada de la acusación particular, Reposo Carrero, empeñada en convertir el juicio por el asesinato de los niños en un procedimiento de violencia machista. El presidente del tribunal, hombre sensato, lo ha impedido. 

Hoy hemos empezado a escuchar también cómo trabajó Josefina Lamas, la antropóloga forense. La noche del 10 de octubre era noche de luna llena. Allí, en mitad de la hoguera, la doctora Lamas y un par de agentes de Policía Científica iban extrayendo uno a uno los huesos y los dientes entre las cenizas. Con la gravedad que la ocasión exigía, con un reverencial silencio entre los presentes. Tanto silencio había que, como ha contado un agente, «se oía hasta el cepillo de la antropóloga frotar los huesos». Lástima que alguien no fuese tan consciente de la gravedad de lo que allí se estaba dilucidando.

 

Publicado por

manuelmarlasca

Reportero. Se me ve por La Sexta y se me oye en Onda Cero.

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