El insoportable dolor de la familia de Marta del Castillo

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Los padres de Marta del Castillo son víctimas. Probablemente son las víctimas más víctimas de cuantas he conocido en estos años de ejercicio. Hace más de cuatro años que les arrebataron a su hija Marta y desde entonces, una pandilla de niñatos no ha hecho otra cosa que jugar con su dolor de manera repugnante, con el único objetivo, primero, de salir lo mejor parados posibles y ahora, de ajustar cuentas. Y como víctimas que son, están en todo su derecho de decir lo que les dé la gana. Antonio del Castillo publicó ayer un comunicado en el que le pregunta al juez si ya no está interesado en conocer la verdad. Él y Eva Casanueva, su mujer, se habían aferrado a la nueva versión de Miguel Carcaño como a un clavo ardiendo. Querían creer que Francisco Javier Delgado había matado a su hija y que estaba enterrada en La Rinconada. Insisto, como víctimas que son, están en su derecho de creer y de decir lo que les venga en gana. Sobre todo en un país que se caracteriza por el penoso trato que se da a las víctimas, ya sea de crímenes o de accidentes como el del metro de Valencia, un paradigma perfecto de lo que se puede esperar de las autoridades políticas en estos casos.
En el crimen de Marta del Castillo muchos no hicieron bien su trabajo desde las primeras horas. La policía gestionó mal esos primeros momentos, claves en cualquier pesquisa. Las rencillas entre la Brigada de Policía Judicial de Sevilla y la Comisaría General provocaron agujeros que luego no se pudieron tapar. La Fiscalía y la acusación particular cometieron errores de bulto durante los procesos, sobre todo en el de El Cuco. Esos errores fueron abriendo aún más la herida de la familia de Marta, que no ha dejado de sangrar y a la que el juez echó sal el pasado viernes con el auto que archivaba la supuesta implicación de Javier Delgado en el crimen. En un auto un tanto sobreactuado, el juez Francisco de Asís Molina repartía estopa a diestro y siniestro, especialmente a la policía. Sorprendente que el primer varapalo a la policía llegue cuando, precisamente, están haciendo todo lo posible por encontrar el cuerpo de Marta y cerrar esa herida. El magistrado abroncaba a la policía por haber dado crédito a la nueva versión de Carcaño y, eso sí, les decía que busquen por su cuenta el cuerpo de la víctima. Estoy seguro de que los agentes de Sevilla no cejarán en ese empeño.
No sé si había demasiada base para creer a Carcaño. Aunque lo cierto es que el fiscal no se tomó ni una molestia por comprobarlo –el interrogatorio a Delgado no llega ni siquiera a la categoría de trámite– pero lo cierto es que Miguel Carcaño es un tipo que fue capaz de decir que había violado a Marta con el único propósito de evitar a un jurado. Y esa versión fue la que se creyó y recogió en su apartado de hechos probados la acusación particular, es decir, la familia de Marta. La misma familia que ha querido creer que Marta murió por defender a Carcaño. Y que creerá cualquier cosa en la que vean la posibilidad de paliar el insoportable dolor que arrastran desde hace cuatro años.

Publicado por

manuelmarlasca

Reportero. Se me ve por La Sexta y se me oye en Onda Cero.

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