Tenía que ser Jesús Duva, el decano de los reporteros de sucesos y padre profesional de muchos de los que nos dedicamos a esto, el que cerrase periodísticamente el crimen de los marqueses de Urquijo (1980), el asesinato que, junto al del cortijo de Los Galindos (1975), marcó a la generación de reporteros de sucesos anterior a la mía.
Hoy, en El País, Jesús Duva cuenta que Javier Anastasio es ya un hombre libre, que puede regresar a España cuando quiera, ya que su posible delito ha prescrito, dado el tiempo transcurrido. En febrero de 2008 cesó la busca y captura que estaba vigente desde 1987, cuando Anastasio huyó de la Justicia, que le acusaba de haber acompañado a su amigo Rafael Escobedo el 1 de agosto de 1980 al chalé de Somosaguas donde fueron asesinados los marqueses.
En 1990, Jesús Quintero localizó y entrevistó a Anastasio en una playa de Brasil, país al que huyó y en el que, al parecer, ha estado refugiado todo este tiempo, mientras su figura, igual que el recuerdo del crimen, iban languideciendo en la memoria colectiva y en la de todos los que tuvieron que ver con ese episodio de la España Negra.
Yo tenía trece años cuando los marqueses fueron asesinados, pero pese a ello, he tenido oportunidad de escribir sobre el caso. En 1988 cubrí para el extinto diario Ya el suicidio de Rafael Escobedo en la prisión de El Dueso, en el que muchos comenzaron a convertirse en expertos en teorías conspiratorias; en 1990 escribí sobre la condena de diez años por encubrimiento a Mauricio López-Roberts; durante aquellos años hablé del asesinato con protagonistas y secundarios del caso, como los abogados Antonio García-Pablos y Marcos García Montes, el mayordomo Vicente Díaz Romero.…
Luego, llegaron los crímenes que marcaron a mi generación de reporteros: Puerto Hurraco, Anabel Segura, Alcásser, el crimen del rol, el asesino de la baraja… Y el asesinato de los marqueses pasó a un rincón olvidado, del que hoy, para darlo por cerrado, lo ha rescatado nuestro maestro, Jesús Duva.