
Es Soufiane Merzoui, un belga de 23 años. Desde la noche del viernes, su imagen se ha difundido, primero entre unidades policiales y más tarde por algunos medios de comunicación. Merzoui es buscado desde abril de 2013 por las autoridades belgas, que emitieron una orden europea de detención. En el texto de los comunicados lanzados por la Policía española interesándose por su detención, se lee textualmente: «se ha tenido conocimiento de la posible e inminente entrada en territorio europeo, más concretamente en España de Soufiane Merzoui».
Merzoui es un retornado, la pesadilla de los servicios de inteligencia occidentales, sobre todo después de lo ocurrido el 13N en París, donde los atentados fueron dirigidos por uno de esos FF (foreign fighters, combatientes extranjeros), Abbaoud, y ejecutados por varios de ellos. Conocido como Abu Basir, este jovencísimo yihadista huyó a Siria a 2013, después de que la policía belga descubriese que él y su hermano preparaban atentados en el país en nombre de una célula terrorista denominada Sharia4Belgium.
España encabeza las operaciones contra el yihadismo desde el 11 de marzo de 2004. En ningún otro país de Europa se ha detenido a tantos terroristas, pero los ciudadanos no tenemos una percepción de peligro real, precisamente por esa eficacia policial. El 13N parisino nos ha hecho salir de la ensoñación de seguridad. Daesh, Al Qaeda o cualquier otra franquicia terrorista puede hacer un daño enorme, algo de lo que solo parecían conscientes las fuerzas de seguridad.
Hace años, las comisarías y otros edificios públicos se llenaban de carteles con las fotografías de fugitivos de ETA y Grapo. La colaboración ciudadana sirvió para acabar con varios de los comandos más sanguinarios de la banda. No parece un paisaje imposible pensar en que esos carteles de Se busca se vuelvan a ver, esta vez mostrando fotos como las de Merzoui.