Gracias, doctor

20130822-002816.jpgLe recordaré siempre socarrón, con una presencia imponente, con una forma de hablar pausada, con un verbo siempre preciso y con una mirada que te taladraba. Era la misma mirada que se había posado y que había servido para descifrar los comportamientos de algunos de los peores asesinos de la última mitad del siglo pasado. Y es que el doctor José Antonio García Andrade, fallecido hoy a los 83 años, fue el pionero en España de la psiquiatría forense. Tuve el privilegio de compartir muchas horas con él desde que empecé en esto del periodismo de sucesos, allá por 1987. Compartí largos ratos en su consulta de la calle Hilarión Eslava y alrededor de una buena comida, porque el doctor García Andrade, siempre tan cerca de la muerte –presumía de haber hecho más de 4.000 autopsias– era un vividor en el mejor de los sentidos: disfrutaba de la vida, de la comida y de otros placeres mundanos. Y siempre, cada minuto pasado con él, salías con la convicción de haber aprendido mucho sobre la condición humana.
Pediatra, cirujano, forense, psiquiatra y, sobre todo, divulgador, el doctor García Andrade realizó informes psiquiátricos de criminales que solo los más veteranos recordarán. Sus comparecencias en los juicios para dar cuenta como perito de sus informes eran espectaculares: jueces, abogados y fiscales sabían que en la sala estaba declarando un sabio. Recuerdo sus informes a Francisco García Escalero, el asesino de mendigos, un esquizofrénico paranoico y necrófilo; a Santiago Sanjosé Pardo, el asesino del Mesón El Lob Feroz, un alcohólico que mató y emparedó a dos mujeres; a Francisco Sánchez Molina, un heroinómano que junto a su pareja, Angelines, mató a tres personas en la calle Alcalde Sainz de Baranda, en Madrid, en una orgía de sangre provocada por el síndrome de abstinencia; a Javier Rosado, el asesino del rol, al que diagnosticó personalidad múltiple, en uno de los pocos informes que no fue tenido en cuenta por el tribunal sentenciador; o a José Rabadán, el asesino de la katana…
El doctor García Andrade hablaba de todos esos criminales sin empatía, pero siempre tratando de comprender sus razones, sus motivos. Y de él es la expresión de «el crimen del loco, el crimen sin historia», ese que es tan difícil de esclarecer por la falta de un móvil o una motivación. El doctor volcó sus conocimientos en muchos libros: imprescindible su Psiquiatría forense, un manual para profesionales extraordinario, y no menos valiosos el resto de sus libros, en los que con un lenguaje cercano hablaba de psicópatas, esquizofrénicos, delirios paranoides…
Hoy, cuando he recibido la noticia de su muerte, no he podido evitar una media sonrisa imaginándole allí donde esté taladrando con su mirada a todos los que se encuentre, sometiéndoles al test de Rochard o haciéndoles dibujar un hombre y una mujer. Los que se dejen se quedarán tan boquiabiertos como yo cuando hablaba con el doctor. Gracias por sus lecciones. De psiquiatría forense y de vida.

Publicado por

manuelmarlasca

Reportero. Se me ve por La Sexta y se me oye en Onda Cero.

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