Era de esperar. Después de que los medios nos hayamos desgañitado cacareando esa cantinela del «preso más antiguo de España», «36 años en prisión sin delitos de sangre» y alguna otra monserga sin rigor alguno, Montes Neiro se ha venido arriba. La atención que ha recibido de los medios le ha hecho pensar que se podía convertir en referente o símbolo de algo y hoy se ha descolgado con una rueda de prensa llena de perlas. A saber: «voy a pedir que a todo el que lleve más de veinte años en la cárcel lo echen a la calle», «ojalá cierren las cárceles», «solo se reinsertan los que tienen dinero» y ha tildado el sistema penitenciario español de «cruel y demencial».
Eso sí. Delante de su abogado y de un periodista de cámara ha asegurado a la prensa que «no voy a delinquir más porque no creo que merezca la pena». Se agradece, como se agradecería también que esta haya sido su última comparecencia y que nos abstengamos de poner de ejemplo de nada a este hombre, que ahora goza de una oportunidad de las que muchos otros reclusos no disponen. Ayer dijo que estaba ante su primera oportunidad y no es cierto; ha tenido unas cuantas. Seamos rigurosos. Montes Neiro se ha fugado ocho veces de la cárcel, gracias al sistema penitenciario del que despotrica. En 2003 escapó durante un permiso y no regresó a prisión hasta tres años después. Pese a ello, en 2009 volvió a tener un permiso concedido por la muerte de su madre y volvió a escapar. De hecho, las condenas que estaba cumpliendo ahora y que han sido anuladas por los últimos gobiernos son de delitos cometidos durante sus fugas, en las que no se dedicaba precisamente a la cerámica, como parece que va a hacer ahora. Montes Neiro secuestraba –detención ilegal– a punta de arma de fuego –tenencia ilícita– a la gente en su casa –allanamiento– y la robaba –robo con intimidación–. Esos son los delitos por los que cumplía condena. Nadie le ha perseguido, nadie ha conspirado contra él. Y no llevaba 36 años en prisión.
Tengo la fortuna, gracias a mi trabajo, de conocer las prisiones por dentro. Y ayer una persona que las conoce mucho mejor que yo coincidía conmigo en que dentro de las cárceles hay infinidad de reclusos que merecen un indulto antes que Montes Neiro. Él tiene la fortuna de tener una familia incansable. Enhorabuena a ellos y a él le pediría un favor: ahórrese las lecciones.