Insuperable realidad

«Nos pasamos la vida danzando sobre una fina capa de hielo; debajo hace frío y nos espera una muerte rápida. El hielo no soporta el peso de algunas personas, que se hunden. Ése es el momento que me interesa. Si tenemos suerte, no ocurre nada y seguimos danzando. Si tenemos suerte». Estas palabras son toda una declaración de intenciones y aparecen en el prólogo del fascinante Crímenes, un libro del abogado penalista alemán Ferdinand Von Schirach, al que considero, sin duda, uno de los hallazgos del año.

Crímenes cuenta once historias reales. Once historias que el autor conoce bien, gracias a su condición de abogado interviniente en todos los casos relatados. La selección es insuperable y me costaría elegir una de ellas como mi favorita: desde la primera –Fähner–, en la que se relata un hartazgo de más de medio siglo y su trágico final, hasta la tierna historia de El etíope, todos los personajes que desfilan por las páginas del libro son sensacionales, precisamente porque son de verdad y las cosas que hacen las han hecho en la realidad. Los que nos dedicamos al periodismo sucesos decimos muchas veces que no hay guionista de Hollywood, de HBO o autor de novela negra que pueda igualar a la realidad del mundo el crimen. Y este libro es la perfecta muestra de ello. El capítulo llamado El cuenco de té de Tanata da una idea de lo que quiero decir.

Von Schirach escribe de asesinatos, de robos, de enfermedades mentales –impresionantes los capítulos sobre desequilibrados: Amor y Verde– o hasta de muertes compasivas –El violonchelo–, pero escribe comn una sobriedad asombrosa, libre de cualquier adorno o artificio, como si quisiera, optando por esta vía, hacer aún más hincapié en que está hablando de la realidad, en la que no hay música de fondo ni adjetivaciones añadidas. Las frases de Von Schirach son como disparos: secas, cortas y los diálogos con sus protagonistas –muchas veces, clientes suyos– son demoledores. Un ejemplo:

– Quería comérmela.

– ¿A tu novia?

– Sï.

– ¿Por qué?

– Usted no la conoce, debería haberle visto la espalda. Tiene los omóplatos acabados en punta, la piel blanca y tersa.

El abogado Von Schirach no compadece a sus clientes, a los criminales, ni trata de abordar de manera compleja o profunda la realidad delincuencia. Solo quiere ponernos ante el espejo de esos criminales para demostrarnos, una vez más, aquello que dijo Simenon de que «un asesino es alguien exactamente igual a usted o yo instantes antes de cometer un crimen».

Publicado por

manuelmarlasca

Reportero. Se me ve por La Sexta y se me oye en Onda Cero.

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