Estos días ha comenzado en la Audiencia Nacional el juicio por el secuestro del Alakrana, el atunero que estuvo 47 días secuestrado por los piratas somalíes. Dos de estos delincuentes se sientan en el banquillo, pero aún hoy no se sabe ni quién ni cómo ni de dónde salió el dinero del rescate. Tal y como contamos esta semana en Interviú, un hombre que se hacía llamar Pepe y que decía tabajar para los Misteriosos, fue una figura clave en la resolución del secuestro.
La fontanería del Estado funcionó para salvar las vidas de los tripulantes del Alakrana. Entre dos y tres millones de euros y la promesa no cumplida de enviar a Kenia a los piratas detenidos en España sirvieron para poner fin a un secuestro que resolvió el misterioso Pepe. Para eso están esos fontaneros que tan bien se mueven por las cloacas. Para mí, al menos, es reparador que existan, aunque muchos prefieran pensar en esta era de Wikileaks que todo sea transparente y níveo.