Una profunda tristeza


Contemplo atónito el tratamiento informativo que se está dando al asesinato de Marta del Castillo. Asisto con perplejidad, como si fuera una persona ajena a este mundo y a esta profesión, al espectáculo que dan las televisiones a diario. Mi capacidad de sorpresa aún no se ha agotado. Pero no por la repugnante exhibición de morbo o por el paseo mediático de esa niña llamada Rocío, novia del autor del crimen. Eso ha pasado siempre. Yo mismo trabajé hace muchos años en un programa vomitivo, en la época dorada de los realitys, aunque en mi descargo debo decir que no duré ni tres meses allí. Las televisiones, como muy bien dice hoy en su columna de El País Enric González, hace mucho que dejaron de hacer periodismo y se dedican al entretenimiento puro y duro, un campo en el que no hay reglas ni límites.
Pero la tristeza que me inunda estos días tiene otro motivo. Simplemente, he confirmado que el periodismo se ha terminado como tal. Que los reporteros de sucesos han muerto –quedan supervivientes tan brillantes como Mayka Navarro– y que, además, a nadie le interesa este óbito. Cuando ya ha pasado casi una semana desde la detención del asesino de Marta del Castillo, nadie se ha hecho con las declaraciones de ninguno de los detenidos, ni nadie ha publicado por qué confesó tras ser interrogado tres veces por la policía… Eso es lo que los reporteros de sucesos buscamos, eso es lo que siempre hemos perseguido, eso es lo que nos interesa. Al menos era lo que me interesaba a mí y a quienes me enseñaron este trabajo. Ellos también han muerto. Como yo.

Publicado por

manuelmarlasca

Reportero. Se me ve por La Sexta y se me oye en Onda Cero.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s