La foto del cadáver del Mono Jojoy


Leo desde ayer las buenas noticias que llegan desde Colombia. El presidente Santos no sólo no ha variado ni un ápice la dura política de Uribe contra los narcoterroristas de las FARC, sino que se ha apuntado el mayor éxito en la guerra que la sociedad colombiana mantiene con los hampones disfrazados de guerrilleros desde hace casi cuatro décadas. El ejército colombiano arrasó un campamento de las FARC y mató a Víctor Julio Suárez Rojas, el Mono Jojoy, un gañán que era el cerebro de las acciones militares del grupo terrorista y el sucesor natural del fallecido Tirofijo.
El Gobierno colombiano tomó la decisión de exhibir y mostrar al mundo el cuerpo de su enemigo abatido. Me consta que ayer en algunas redacciones, como en la del diario 20 minutos, hubo un debate sobre si publicar o no la imagen, que es muy dura y, seguramente, innecesaria. Yo he decidido publicarla aquí, porque creo que la imagen invita a la reflexión, sobre todo después de recibir ayer un mensaje desde Sudamérica a través de Twitter, contestando a mi alegría por la muerte del terrorista, en el que un tuitero me decía: «sin diálogo no hay paz».
La imagen expresa perfectamente que la hora del diálogo en Colombia se acabó hace ya mucho tiempo. La foto deja claro el destino reservado a quienes siguen dispuestos a matar, a traficar, a secuestrar… Al Mono y a los suyos les cayeron encima 30 bombas de 250 kilos e –imagino– centenares de balas de grueso calibre (varios helicópteros ametrallaron el campamento tras el bombardeo). Una fuerza necesariamente letal. La intención del ejército y del presidente Santos no era hacer prisioneros, ni buscaba una rendición: buscaban exactamente lo que han conseguido, el exterminio de los terroristas.
Tras el ataque, las FARC lanzaron un comunicado hablando nuevamente de diálogo y el presidente les volvió a advertir de que lo único que pueden hacer es entregar las armas si no quieren correr el mismo destino que su jefe militar: traicionado por sus propios hombres, metido en una bolsa, con la cabeza reventada por las bombas y expuesto como un trofeo de caza. No hay duda de que la foto ayuda a entenderlo.
Nunca me ha dejado de sorprender la complacencia con la que en España se ha mirado siempre a las FARC, un grupo terrorista al que siempre se ha querido envolver de un halo de romanticismo guerrillero. Incluso, se han justificado sus acciones, sus secuestros… El presidente Uribe logró desmovilizar a las AUC, los terribles paramilitares que mantenían una cruenta lucha con las FARC por el control –que nadie se equivoque– del narcotráfico. Así que desde hace unos años, el único enemigo de las FARC es el gobierno y el pueblo de Colombia. Para recordarlo, tras la toma de posesión de Santos, los terroristas lanzaron una oleada de ataques que costó la vida a cincuenta personas.
Las FARC –o al menos una parte de ellas, porque las deserciones se multiplican cada día– han decidido seguir en guerra. La foto del Mono Jojoy deja claro lo que le puede pasar a uno en una guerra. Mi enhorabuena al pueblo de Colombia, a su presidente y a su ejército. Hoy, con el Mono Jojoy en una bolsa, Colombia es un país mucho mejor.

Publicado por

manuelmarlasca

Reportero. Se me ve por La Sexta y se me oye en Onda Cero.

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