María Socorro da Silva tenía 26 años, una niña de seis años en Brasil y una madre con la que hablaba cada dos días. Murió asesinada por Ramón Fernández, un prejubilado de Orense, que la golpeó y le metió dos tiros en la cabeza para no pagarle los 80 euros que le debía. María se convertía en Kelly cuando ejercía de prostituta. Ramón fue su último cliente.
El suceso es terrible, de esos que a los reporteros más veteranos aún nos estremecen. Esta semana hemos querido contar su vida y su muerte en Interviú, porque María murió como Marta y acabó arrojada a un río, como la joven sevillana, pero nadie la buscó. Sólo una compañera de piso y los policías de la UDEV Central, que resolvieron el asesinato. Casi ningún medio se ha fijado en este crimen y la foto que publicamos en la revista y que os reporduzco aquí es la única imagen de la mujer asesinada que ha aparecido en un medio de comunicación.