Cuatro policías de la comisaría de Alcalá de Henares protagonizaron en la madrugada del pasado 19 de septiembre una actuación brillante. Detuvieron a cinco individuos mientras intentaban robar un coche de alta gama, les intervinieron material procedente de otros robos y lograron reducirles pese a que los delincuentes intentaron arrollar a uno de los agentes y embistieron varias veces el coche policial. La actuación sirvió para imputar a los detenidos cinco robos con fuerza, mereció una nota de prensa de la Jefatura Superior de Madrid y, pese a todo ello, el juez decidió poner en libertad a todos los arrestados. Es, para los policías, una noche más en la oficina.
En torno a la una de la madrugada del pasado 19 de septiembre, dos agentes de la comisaría de Alcalá de Henares (Madrid) patrullaban en un K (coche camuflado) por las inmediaciones del aparcamiento del auditorio Paco de Lucía. Allí vieron algo que les llamó la atención: tres tipos con gorras, capuchas y bragas alrededor de un BMW, mientras en otro coche de la misma marca aparcado junto a ellos les esperaban dos compinches. Mientras llegaban los refuerzos de un Zeta, uno de los agentes dio el alto a los ocupantes del vehículo, que lejos de amedrentarse, optaron por intentar arrollar al agente hasta en dos ocasiones. Una de las veces, le dieron en la pierna derecha, provocándole una lesión en la tibia. Pese a que el coche policial les cerró el paso, los cacos embistieron al vehículo una y otra vez.
El policía atropellado volvió a intentar reducir a los ocupantes del coche. En un momento determinado, el conductor echó mano de un objeto que tenia junto al asiento y el agente le disparó en un brazo tras pedirle que soltase lo que tenía agarrado. El objeto resultó ser una muleta. Tras el disparo, los cinco cacos fueron detenidos y uno de ellos, el conductor que había intentado arrollar al policía, fue atendido por una ambulancia. Mientras le trataban de la herida de bala, que le provocó una herida leve en el antebrazo derecho, le dio tiempo a dirigirse al policía que le había disparado: «La próxima vez te paso por encima con el coche», le dijo, según consta en las diligencias, a las que ha tenido acceso La Pringue.
En el interior del coche en el que viajaban los delincuentes, que era robado, la policía encontró una caja registradora robada en un restaurante de Mejorada del Campo, objetos procedente de una robo en una tienda Sportium de la calle López de Hoyos, una centralita para robar coches en pocos minutos, mazas… A algunos de los detenidos se les pasó a disposición judicial acusados de hasta cinco robos con fuerza en distintos establecimientos. Uno de los detenidos, precisamente el que intentó arrollar al policía al menos dos veces, tiene en su historial 35 detenciones.
La actuación de los agentes de la comisaría de Alcalá mereció una nota de prensa de la Jefatura Superior de Policía de Madrid, declaraciones de su portavoz a distintos medios, difusión de imágenes… Era, sin duda, una brillante operación, que merecía esos honores. Pese a todo ello, el juez que debía decidir si encarcelar a estos delincuentes o ponerles en libertad, dictaminó que no había motivos suficientes para privarles de su libertad y todos ellos están a estas horas tan libres como usted y como yo. Un veterano inspector, dedicado precisamente a combatir esta clase de delincuentes, capaces de robar media docena de tiendas en una noche y de arrollar a quienes intenten detenerlos, me dijo: «No te sorprendas tanto. Esto es lo normal». Un día más en la oficina.
La Pringue 
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