Anoche, un grupo de personas forzó la cerradura de la capilla de la Universidad Autónoma de Madrid, hizo unas pintadas -las que se ven en la foto-, arrojó pintura y causó algunos destrozos. Los atacantes firmaron su acción con una nota cuyo contenido transcribo en su integridad, porque, sinceramente, no tiene desperdicio.
«La universidad lleva años fabricando personas para beneficiar a los grandes poderes económicos. Lleva años sucumbiendo a los poderosos que a cambio de una propina insignificante para sus bolsillos. Lleva años adoctrinando a los futuros explotados por el sistema capitalista en el que poco importan las personas al lado de los beneficios.
Nos enseñan a obedecer órdenes, a competir con nuestros compañeros por tener un mejor expediente, o a creernos superiores a los demás por estar en la universidad o tener mejores notas.
Nos obligan a pagar unas tasas que solo algunos podemos pagar, a memorizar palabras que poco o nada nos importan, o a renunciar a nuestro espíritu crítico con lo que nos cuentan.
Del mismo modo que el sistema capitalista, la Iglesia lleva años adoctrinando, enseñando a cumplir órdenes y estableciendo una moral que beneficia únicamente a unos pocos. Lleva años reprimiendo y maldiciendo a todo aquel que se salga de lo establecido, de unas leyes o normas morales a las que debemos subyugarnos.
Esta acción pretende despertar ese espíritu crítico que no quieren que tengamos, quieren hacernos sentir vivos y reclamar esa universidad libre que todos buscamos cuando pasamos selectividad. No queremos una universidad en la que no formen personas sino máquinas.
No aceptamos que la universidad ceda un espacio a una institución como la Iglesia. Y menos cuando podía servir para recuperar servicios que les han sido arrebatado a los estudiantes.
No queremos una universidad que responda a los poderes económicos ni a los eclesiásticos.
Queremos una universidad libre, una universidad a la que todo el mundo tenga acceso y en la que no se margine ni se castigue a nadie por salirse de la normalidad. Queremos una universidad que forme personas críticas.
Por todo esto os decimos que os rebeléis y os sintáis vivos.
Por todo esto decimos que fuera las empresas de la universidad.
Por todo esto decimos que fuera las iglesias de la universidad.
Quisieron enterrarnos pero olvidaron que éramos semillas. La lucha es el único camino.»
No voy a entrar a valorar si es lícita o no la presencia de capillas u otros centros de culto en universidades públicas. No es ese el debate. Un ataque a una capilla, a una mezquita o a una sinagoga tiene como único objetivo ofender a aquellos que practican esas religiones. Es miserable y mezquino en cualquier circunstancia. Para sacar los centros de culto de las universidades hay otras muchas vías. Y, desde luego, el espíritu crítico se fomenta con la lectura, leyendo y escuchando todo tipo de opiniones. No se me ocurre cómo se crea espíritu crítico esparciendo pintura por el suelo y las paredes.
La capilla es solo una excusa para quienes dicen amar la libertad, cuando lo único que aman es su propia libertad, basada en el revanchismo y el sectarismo. Llaman especialmente la atención algunas de las palabras del panfleto que han dejado los atacantes, que aseguran querer una «universidad libre». ¿Libre de qué? Pero aún llama más la atención una frase que es toda una declaración de intenciones:» Nos enseñan a a competir con nuestros compañeros por tener un mejor expediente, o a creernos superiores por tener mejores notas». Es el anuncio del asesinato de la meritocracia. Quieren sacar de la universidad las capillas y la meritocracia.
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